jueves, junio 12, 2025

LA MEJOR DEFENSA DE LA FIESTA DE LOS TOROS

 


Un éxito como el de Morante debe servir para resucitar el interés por la Tauromaquia en quienes se alejaron de ella.

Nada como el triunfo de Morante para que los taurinos exhiban una alegría sin complejos

 

Los toreros eran héroes en la España de los 50, 60 y 70, atesoraban el valor del prestigio, eran admirados y abordados en la calle al ser reconocidos por el buen vestir y por unas hechuras características por los andares. Las formas reconocían al torero en la plaza y fuera de ella.

La fiesta quedó en jaque hace años por motivos varios, no solo por las ofensivas animalistas. Los años de toros mansos, el rechazo de grandes figuras a bajar sus cachés y, por supuesto, la estrategia manipuladora y oportunista de determinados partidos políticos al identificar los toros con una derecha dura próxima al fascismo y, cómo no, con todo lo que identifica a la España cañí.

Nada mejor para el futuro de la fiesta que haya buenos espectáculos que generen afición, que los toros embistan, se consagren las figuras, se llenen las plazas, la televisión centre de nuevo su atención en la emisión de los festejos y no sólo en los informativos en caso de cornadas graves.

El triunfo de Morante de la Puebla en Madrid tiene muchos efectos positivos, sobre todo de cara a las nuevas generaciones. La celebración callejera con el torero a hombros y el posterior saludo desde el balcón del hotel Wellington, con batín y copa, ofrecen una imagen natural y desacomplejada que permite a los taurinos expresarse en público, mostrar el júbilo del éxito y, en general, ofrecer la imagen de un espectáculo con capacidad para generar felicidad y orgullo.

Una cosa es que el fútbol se haya convertido desde hace muchos años en el espectáculo de masas por antonomasia y otra muy distinta que los toros no defiendan su espacio propio al margen de tendencias en contra y de enemigos probados tanto en los ministerios como en las atalayas de opinión.

Un éxito como el de Morante debe servir para resucitar el interés por la Tauromaquia en quienes se alejaron de ella. Las jornadas de puertas abiertas en las plazas, las escuelas, los foros culturales, los museos y, por supuesto, la apuesta de gobiernos regionales por los toros son medidas muy importantes, pero dependientes siempre de que haya buenos espectáculos.

Un acto de libertad como es un festejo taurino debe ser rentable, o sencillamente dejará de ser. Solo una ristra de éxitos tronantes sacarán a los toros del debate político y de la lucha ideologizada. Morante es un ejemplo de generosidad con la fiesta cuando más se necesitan actitudes con altura de miras. Lo ha demostrado al facilitar y promover la retransmisión en directo de varias corridas de Sevilla. Cada uno debe poner de su parte. No hay ministro sectario que valga si los taurinos hacen los deberes. Sólo así la fiesta recuperará mucho del prestigio perdido por culpa de tantos mansos en los ruedos y en los despachos. Es la hora de los románticos. Y de la generosidad.

Nada como el triunfo de Morante para que los taurinos exhiban una alegría sin complejos

/// El Día de Córdoba / Carlos Navarro Antolín cnavarro@grupojoly.com

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