miércoles, abril 10, 2024

PERERA se enseñorea de su plenitud por la Puerta del Príncipe de Sevilla

 

Miguel Ángel Perera, por la Puerta del Príncipe / EFE

 

Sale a hombros de la Maestranza por primera vez en dos décadas de figura tras cuajar una tarde perfecta y potenciar y desorejar a un gran toro de El Parralejo, premiado con la vuelta al ruedo

Por. Zabala de la Serna

España. Sevilla / 10 abril 2024. Qué barbaridad de tarde cuajó Miguel Ángel Perera, enseñoreado de la plenitud de su madurez, tras 20 años de coherente carrera, siempre fiel al temple como arma de seducción masiva.

En su versión de hierro y su versión de seda, rindió este miércoles la Puerta del Príncipe con una claridad deslumbrante, una inteligencia privilegiada y un peso colosal, ante dos toros muy diferentes, de la raza cortante a la dulce bravura, de El Parralejo. Y MAP los potenció, mejoró y elevó. Como sucedió con el ritmo sostenido de Oloroso, el toro de fondo sereno que desorejó en cuarto lugar. Y tanto y tan bien lo entendió de alturas, distancias, tiempos y, sobre todo, suavidades, que al final a Oloroso lo escanciaron con una vuelta al ruedo en el arrastre.

No fue ni mucho menos mejor -ni de lejos- que el excepcional toro ninguneado de Santi Domecq el día anterior, pero encontró un presidente a favor de obra. Perera lo toreó a cámara lenta desde un prólogo de rodillas ya despacioso, pese al planteamiento. Y en pie lo bordó y explotó leyendo perfecto las necesidades del gran toro, mucho más completo por su pitón derecho. Abrochó por bernadinas antes de reventar el portón de la gloria que da al Guadalquivir. Por donde Miguel Ángel Perera salió por primera vez en dos décadas figura.

Había arrancado la tarde con una intensidad trepidante. Miguel Ángel Perera, vestido con su terno de la suerte, verde hoja y azabache, desencadenó un respeto imponente hacia su faena. En verdad, al que trajo suerte el traje amuleto, fue al primer toro de El Parralejo, con el carácter por trapío, más enrazado que bravo, en la frontera del genio, salpicada su movilidad de múltiples aristas, tan vivo como había quedado en el caballo. Si el tal Panadero no se encuentra a Perera, se come al que fuera. Esa repetición de costosa entrega -menos aún se daba al natural-, bisbiseando calambres, humillando más de lo previsto en el capote, halló siempre la muleta puesta y el aplomo de un hombre con determinación de coloso. Ni un respiro, ni una tregua.

El toro a veces se venía andando, parecía no reducirse (entregarse) nunca, pese a trasmitir cierto agradecimiento por momentos al poder de MAP. Que tragó un mundo, y algún parón, hasta imponerse definitivamente con una trenza de circulares en los terrenos donde caen las babas, tierra de lava. Nunca, ni siquiera entonces, el bicho se rindió. Un espadazo lo tumbó, y cayó una oreja de ley como premio a la importancia de la obra y la emotividad del toro.

Los siguientes toros -qué soberbio nivel ganadero en estos dos días- se movieron por otros registros, en una escala de calidad. Especialmente Turulato, que hacía honor a su estirpe. Lo apuntaban sus hechuras, su expresión, más cuajada que el toro inaugural, menos afilada. Esa cara acodada. Salió descolgando mucho, con un tranco que prometía son. Lo tuvo. Sobre todo por su mano izquierda. Paco Ureña principió encajado de riñones en tandas que no se terminaban de redondear. Como la embestida. Fue al natural por donde el lorquino hilvanó el viaje sedoso en series de notable pulso y rota cintura que fueron perdiendo, como la faena, reunión. El epílogo por bajo no puso en pie lo que había decaído, la petición no cuajó y Turulato, tras una estocada, se arrastró entero. Desgraciadamente el quinto no le concedió la oportunidad de desquitarse, bajando la nota del conjunto.

Borja Jiménez sí se embolsó una oreja con un toro colorado de lavado gesto y arcilla en su interior. Pedían tacto y trato su preciso poder y sus mimbres cualitativamente brillantes. Esos que BJ armó más y mejor en su izquierda, pues también era la mano del toro. Como había apuntado al arrancarse de improviso en el brindis. Las rondas de naturales bien ajustados y trazados se disparaban con los pases de pecho que Jiménez se enrosca como las medias verónicas. Los momentos luminosos y el corazón primaron sobre la estructura, o la falta de ella, y desembocaron en el triunfo. El último fue un tío para coronar la desigualdad de remate y hechuras de la corrida. Su celoso ímpetu de principio decreció hasta casi desaparecer, pero Borja Jiménez entendió sus flecos positivos de uno en uno y enfrontilado. No fue un justo final ganadero para la corrida.

A Perera lo mecieron entonces sobre el Guadalquivir con toda su plenitud a cuestas.

Ficha

PLAZA DE LA MAESTRANZA. Miércoles, 10 de abril de 2024. Tercer de feria. Media entrada. Toros de El Parralejo; todos cuatreños; bien presentados en sus diferentes hechuras y remates; muy notable el templado 4º, premiado con la vuelta; enrazado el 1º; bueno el 2º y también el 3º, de preciso poder; bajaron nota 5º y 6º.

MIGUEL ÁNGEL PERERA, DE VERDE HOJA Y AZABACHE. Estoconazo (oreja). En el cuarto, estocada (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.

PACO UREÑA, DE SANGRE DE TORO Y ORO. Estocada (leve petición y saludos). En el quinto, estocada caída (silencio).

BORJA JIMÉNEZ, DE GRIS PERLA Y ORO. Estocada (oreja). En el sexto, estocada rinconera (saludos).

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