Por. Néstor Melani-Orozco
Con la poética esencia de una mujer bendita de cabellos de fuego y aromas de un juramento. Cuanta delicadeza Jesús Colombo, "Rey de Pamplona" para entender los misterios de los Miura y avanzar como un poeta abriendo de honor la solemnidad de la tarde, con el candor nazareno y de oro y plata el hecho posible de ser tan grande, grande en la capa, maestro en las banderillas como de asomarse al balcón y eterno de gracia nueva en color de dibujar con la muleta. Como el "Niño de Táriba" desde el primer día y de los mantos de America: "Torero... Torero y maestro" con la luna a los pies y el rojo pañuelo de Ernest Henmiwey desde el aroma del vino y la puntualidad a una novela bendita de España, México, Perú , Colombia y Venezuela.
Cuanta alegria de mil noticias triunfantes de Jesús Colombo, hasta de gigantes de los pitones de oro del Miura y de claveles; Pamplona con majas de azul y pañuelos blancos, como de las peregrinas memorias del pintor Joaquín de Sorolla guardando la cruz de la espada inmensa del maestro de la nueva torería hispanoamericana, para decirlo en una leyenda y grabarlo en mármol a la Virgen Inmaculada de Consolación, desde el río Torbes con el capote descrito en la arena. Y las gracias de las tardes de sol... A la Salud de la fiesta de San Fermin, con albas y toros grabando los siglos y el joven; Colombo reafirmando todas las herencias de luces y palmas.
"Sangre y Arena". A la Salud de Pamplona
Desde el gris y ocre de un Miura para que lo diga en su trono el torero de Venezuela. Para que viva infinito: Colombo!
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