*** Valga el recuerdo o mejor tributo a este gran toro de Victorino lidiado en enero de 2015. Toro y encierro que marcó la historia de la plaza de toros Monumental, hoy “Hugo Domingo Molina” de San Cristóbal, por cierto hace unos días se llevó a efecto la Feria de San Sebastián, alli el brillo opaco del oropel cundio por doquier, sobre todo con los "encierros" lidiados en el ciclo, salvo los de Campolargo, lo demás toros faltos de casta, raza le cabían en la panzas de los “Moñitos” de Victorino
Por. Freddy Ramirez "Garapuyo"
”Moñito” signado con el número 34/538 Kilos de peso, marcado en el codillo con el “0” sí el cero, lo que decía que fue herrado en el 2010, lo cual para el momento tenia los cinco años (5) todo un toro-toro, con las barbas que da la edad de un adulto “contemporáneo” o sea un cinqueño de Victorino Martin. Toro que fue lidiado casi a la perfección, -ni un capotazo de más (Eduardo Graterol quien brilló con la capa) todos en su sitio-. El torero de turno mandando en el ruedo, solo señas, nada de gritos ni manotazos, solo gestos con su cara y labios, que decían más que aquellos mítines que afloran por allí cuando se esta hasta las trancas.
Acá en medio del susurro del gran público, espectadores y aficionados había un toro, unos subalternos eficaces con un picador altivo y un torero presto y decidido.
Vino el
tercio de varas, todo un espectáculo que erizo la piel de muchos, vinieron los
“bravooo” para el picador, Luis Quintana y las palmas al toro, que en dos ocasiones
acudió pronto con raza y codicia a la cabalgadura, rematando por debajo del
estribo, peleo de lo lindo empujando. En el segundo puyazo, el varilarguero
mandó con las riendas conduciendo su cabalgadura para incitar al bravo que por
instante se lo pensó a lo que el Picador se descatoreño o sea que se despojó
del castoreño para lanzárselo a unos siete metros frente a “Moñito” para que
este, cual más bravo se fuera raudo tras él embistiéndole, pitones que surcaron
la arena al igual que su morro, para después ir en pos del segundo castigo,
allí el toro volvió a recibir un largo puyazo en todo lo alto, otro manojo de palmas
para el toro -en otra plaza toros con un
publico con más sensibilidad, el picador pudo haber dado una vuelta al ruedo-…
momento cumbre de la corrida, ovación, las palmas de todos explotaron y el
reconocimiento de los entendidos para el picador y el encastado y enrazado
toro.
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