Luis Francisco Esplá, con la revista
«Quites», sentado en el estribo de Las Ventas - Anya
Bartels
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Reflexiones del maestro
en la presentación de la revista «Quites», la última joya de la literatura
taurina
Por:
Rosario Pérez
Veinticuatro
horas después, aún seguía en boca de todos, el número uno: «Si Roca Rey llega a meter la
espada, a alguno le da un ictus». Palabra de Luis Francisco Esplá, y cuando su voz
brota los demás callan. El maestro volvió a pisar Las Ventas, con la
«tranquilidad» que da el traje de calle, y aseguró que «la cumbre» de San
Isidro lleva la firma del peruano: «Los tres muletazos más lentos de la feria
los ha pegado él, dos derechazos y un pase de pecho inmarcesibles». Como tantos
otros, el alicantino consideraba que la faena
de Roca al sexto toro de Adolfo era de premio. Se refirió al
público: “Una minoría es capaz de arruinar la voluntad de la gran masa, y esto
que ocurre en la plaza es el reflejo de lo que pasa en la sociedad”. Otra vez
la filosofía de Ortega y
Gasset en el “VAR” del tendido. Esplá, que nunca tuvo pelos en
la lengua, habló de esta guisa: «El tonto por metro cuadrado excede todo lo
previsto. En el espectáculo taurino hay concentraciones muy peligrosas de
tontos, se acercan a las de las hecatombes nucleares».
Advirtió
también que la tauromaquia no son solo derechazos, naturales y pases de pecho,
sino que al fondo de ese paisaje se esconden las emociones. «El toreo está
lleno de estancias que son abiertas por la llave mágica de los escritores,
pensadores, poetas, pintores...», ahondó ayer durante la presentación en la
sala Bienvenida de «Quites»,
la última gran joya de la literatura taurina. Coordinada al detalle por
Salvador Ferrer y con el apoyo de la Diputación de Valencia, «Quites» llegaba a
la arena madrileña justo el día que se inauguraba la Feria del Libro. «Es
posible que dentro de unos años los toros no existan –señaló Esplá–. Si no les
da por quemar las bibliotecas, esta revista será una cápsula antropológica para
que, dentro de mil o dos mil años, esas generaciones lamenten esa probable
extinción cuando lean todo lo que suscitaba el toreo. Dirán: “¡Era una
maravilla!”». Tanta es la pasión con la que ha ilustrado esta obra y derramado
la tinta con su «Anatomía del miedo», una pieza sencillamente genial, que llegó
a compararla con su Medalla
de Bellas Artes: «Han sido dos de mis alegrías más grandes»,
señaló mientras la marquesa de la Vega de Anzo sonreía en primera fila. Junto a
Esplá, figuran nombres como Carlos
Marzal, Francisco Brines, Andrés Calamaro y Francis Wolff:
«Todos chorrean valor al proclamarse taurinos en momentos que no pueden ser
peores para la lidia». Ni para la lírica. Cada comentario invitaba a una
reflexión: «No pido subvenciones para el espectáculo, pues si las necesitara
sería como poner suero para alargar una agonía, pero las instituciones sí deben
apoyar la cultura». A su lado, Toni Gázquez, director del centro taurino de
Valencia, manifestó la obligación de las administraciones de fomentar este
arte. Como muestra, «Quites», jardín de las delicias de los últimos románticos
de la Fiesta.
Ya
por la tarde, en medio de los pañuelos blancos, un abonado del «3» pidió la
oreja para Paco Ureña
con la revista. Entre toro y toro, la hojeaba: «Son textos para leer en calma»,
comentó. La calma que Roca había dibujado el 30M en los tres pases del reloj
sin cuerda. www.abc.es
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