DECÍAMOS AYER
Lagartijo no se desprendió de castañeta alguna en su retirada. Los diestros de entonces no usaban postizo. Se cortó su trenza en privado, pero se prestó a fotografiarse en un simulacro_
El anuncio de su retirada fue un terremoto nacional. Casi o más que el inesperado adiós de Morante de la Puebla en las Ventas el día de la Hispanidad. «¡No hubo suceso más resonante en España que aquel de Mayo del año 93!», decía José Francos Rodríguez. «Ni las agitaciones políticas de la época, ni las inquietudes del arte, ni los accidentes que acarrea el vivir cotidiano tuvieron fuerza para sobrepujar al acontecimiento, que puso tristeza en muchos espíritus, lágrimas en infinitos ojos, lamentaciones en todos los labios». Cuántos morantistas comprenden hoy esos sentimientos que describió hace un siglo el periodista y político madrileño, que fue alcalde de la villa y ministro de Alfonso XIII. Entonces eran los lagartijistas quienes penaban por la despedida del Califa.
Después de tres décadas como matador de toros y de más de 1.600 corridas toreadas, ahíto de aplausos y con fortuna para vivir bien, el cordobés Rafael Molina, más conocido como 'Lagartijo', había decidido cortarse la coleta, como ya había hecho su amigo y eterno rival 'Frascuelo' tres años antes. Colgaría el traje de luces al terminar la quinta de las corridas organizadas en Zaragoza, Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid. Esta última se fijó para el jueves 4 de junio, día del Corpus, y hasta hubo que trasladar la solemne procesión a la mañana, dada la histeria desatada.
'Blanco y Negro' recogió aquel emotivo ambiente en un número monográfico dedicado a 'Lagartijo' que se publicó un día antes del acontecimiento. Lo abría Mariano de Cavia, bajo su seudónimo de Sobaquillo, con un artículo titulado 'La coleta de Rafael'. En él respondía al escritor 'frascuelista' Antonio Peña y Goñi, quien había propuesto en un semanario barcelonés que le dieran el peludo apéndice del diestro al insigne periodista por haber sido su gran defensor.
Sobaquillo 'le tomó' la coleta. «Claro está que yo no habría de rechazar, descortés e inoportuno, la primera merced (¡la primera y la última, pues se trata de una merced 'in artículo mortis'!) que debería al 'tío Raspa', como llamamos en la intimidad al veterano en cuya rancia coleta he dejado, según dices con gráfica frase y melancólica expresión, lo más agradable, lo más granado de mi juventud...», replicó Mariano de Cavia.
Y más adelante añadió: «Claro está, vuelvo a decir, que si Rafael me la donara, yo no había de rehusar 'la trenza de sus cabellos'; pero, ¿qué iba a hacer yo con ella? Probablemente empeñarla. Y eso, suponiendo que hubiera algún prestamista berrendo en lagartijista para quien la coleta de Rafael fuera materia pignorable; porque si bien los hay ahora, sabe Alá los que quedarán cuando el rabo de su Profeta no dé jugo, ni suelte grasa, ni sea más que una simple curiosidad tauropiliforme».
Lagartijo no se desprendió de ninguna castañeta en el ruedo, en un apoteosis como Morante. Su despedida en Madrid fue un desastre y Rafael salió de la plaza entre abucheos, amparado por la Guardia Civil. Además, los diestros de esa época no usaban postizo alguno. Se cortó la coleta a su llegada a Córdoba.
Natalio Rivas desveló años después en ABC una curiosidad que le había llegado «por conducto totalmente autorizado». El Califa, hombre modesto y sencillo en su vida normal, no dio importancia a lo que otros espadas cuidaban de resaltar con ceremonias. «A la sombra de una encina de su finca Pendolillas, y sin más compañía en aquella soledad campestre que la persona a quien había consagrado todo linaje de preferencias durante su viudez, manos femeninas, cuidadosas y amantes, cortaron la trenza que había ostentado en el curso de su dilatada y gloriosa vida de torero incomparable», relató el escritor y político granadino. La fotografía de su corte de coleta «es auténtica, pero no responde a la realidad», aseguró. Lagartijo se la tomó para complacer al peluquero cordobés Miguel Carrasco que le había servido muchos años y quería mostrársela a su clientela. Un posado 'fake' por amistad.
/// MÓNICA ARRIZABALAGA / Diario ABC de Madrid
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