No sé si tu decisión de cortarte la coleta esta tarde nace de un arrebato, de una reflexión profunda, o del susurro de ese último toro que te habla desde el misterio. Lo que sí sé —y lo sentimos miles de aficionados— es que eliges irte en lo más alto, como solo lo hacen los grandes, como te mereces. Pero tú, Morante, eres más que eso: te has convertido en un referente de época, en un faro que la tauromaquia necesita, aunque lógicamente tienes derecho a tomar tus propias decisiones.
Te escribo esta carta porque no puedo quedarme callado. Porque lo que ha ocurrido hoy no es solo una noticia triste: es un acontecimiento que nos toca el alma. Y porque creo, sinceramente, que a tu figura aún le queda algo por decir. Algo por vivir. Algo por cerrar.
Me inclino a pensar que tu decisión ha sido más bien fruto de un arrebato. Porque tú, que cuidas cada detalle, que has demostrado ser un gran compañero, jamás habrías elegido esta fecha para despedirte. Sabes perfectamente que tu gesto eclipsa la despedida de un compañero y amigo como Fernando Robleño. Y precisamente por eso, me atrevo a pedirte una reflexión
Eres consciente de que eres el mayor exponente del toreo antiguo, de lo eterno. En tu paso por la tauromaquia has dejado mucho y bueno: gracias a ti, el toreo aún respira ese sabor añejo que huele a historia, ese aroma a cigarro habano, ese perfume a romero, esa esencia de los duendes que solo se manifiestan cuando toreros como tú pisan la plaza. Nos dejas miedos tan frágiles, silencios atronadores, gritos que nacen del alma y silencios que tiemblan como un pase de pecho en la boca de riego
Con tu marcha no se va solo un torero. Se cierra una época. Y da vértigo mirar al frente, porque comienza un reto. No sabemos dónde nos llevará. Pero sabemos que será otra cosa. Porque sin ti, sin toreros como tú, el toreo será distinto. Más moderno, quizás. Pero menos verdadero.
Por eso, desde el respeto más profundo y la emoción más sincera, te pido que lo pienses. Que contemples la posibilidad de regalarle al toreo —y a tu propia figura— una despedida más medida, más pensada, tejida como un capote antiguo. Que transcurra a tu aire por las plazas más emblemáticas, y que culmine en San Miguel, en tu plaza, en tu tierra, por la Puerta del Príncipe. Para que todo el toreo —el de verdad, el que siente, el que llora— pueda decirte adiós como se despide a los que no mueren nunca.
/// ONG Cultural Joselito "El Gallo" / José Ortiz
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¿Y tú? ¿Qué le dirías a Morante?
En comentarios: Este espacio queda abierto para todos los aficionados que quieran dejar su mensaje a Morante. Puedes escribirle unas palabras de despedida, o pedirle —como yo— que reconsidere y nos regale una última temporada que culmine en Sevilla
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