lunes, abril 05, 2021

MORANTE de la Puebla…

Eligió Morante para este encuentro el bar Taquilla, como reflejo de la agonía que también sufren los negocios colindantes a las plazas de toros

ENFOQUE.  La entrevista. 

Para ser maestro primero hay que saber. Ahora ponen de profesores a toreros necesitados por compasión para que ganen un sueldecito.

A un chaval que toma la alternativa hay que cuidarlo, no utilizarlo como telonero. Estoy en contra de esas nuevas confirmaciones que hacen por todos sitios. Te dicen: “Voy a confirmar a un chaval”. Mire, no, usted no va a confirmar a un chaval, usted lo que quiere es un telonero.   

ABC/norte. 04 abril.

Entrenar con banderilleros antiguos, que son los que nos han enseñado y educado a nosotros. De ahora en adelante no va a haber ese respeto hacia las cuadrillas. Para ser maestro, primero hay que saber. Ahora ponen de profesores a toreros necesitados por compasión para que ganen un sueldecito. A los chiquillos no les dejan hacer nada sin el consentimiento de la escuela. Me parece un horror.

 Los toreros siempre han sido unos revolucionarios de la calle y cada uno con su propio estilo. —Es cierto que Gallito y Belmonte aprendieron el arte de torear a través de banderilleros (Fernando ‘El Gallo’ y Calderón, respectivamente), pero fue Pedro Romero el que dirigió la primera Real Escuela Taurina—  Esa escuela taurina duró sólo cuatro años.

 En aquellos tiempos sí que podía tener sentido porque no existía la televisión. Belmonte aprendió a torear de lo que le escuchaba a Calderón, sin haber visto una sola corrida de toros. Se ponía delante de un espejo e intentaba imitar el toreo de Antonio Montes. En aquellos tiempos el único contacto que podían tener era yendo a las plazas. Hoy día, no. Con las tecnologías y la televisión no hace falta saber de qué va la cosa.

Si ahora te graban hasta en la capilla de las plazas de toros, que me parece una falta de respeto. Yo siempre le doy la vuelta a la cámara. —Tanta tecnología consigue grandes imitadores— Hombre, claro, la globalización entra por todos sitios. Antiguamente el torero de un lugar no tenía nada que ver con el de otro. Porque ni leían la misma prensa ni vivían el mismo folclore. Cada torero y su región tenían un tipo de personalidad. La cultura de los toros es de padres a hijos, no de verlos en la tele.

Yo no entiendo la defensa del toro como una potencia económica del ecosistema. La cultura es cultura, y punto. Aunque no genere dinero. Eso me parece un mensaje vano al que no quiero pertenecer. ¿Y le gustaría tener discípulos a los que transmitirle su tauromaquia? —Yo tengo mi casa abierta a todo el mundo. Tengo una plaza de toros en la Huerta de San Antonio en La Puebla del Río. Allí entrena todo el que quiere. De vez en cuando me gusta decirles cuatro cositas. No hacen falta tantas escuelas. Hay algunos chavalillos a los que les pongo el ojo porque les veo cualidades, pero no me gusta interferir porque el toreo, como dice Rafael de Paula, es un pensamiento. Y el pensamiento debe existir en silencio. Ese silencio es muy importante para responderte a tus preguntas más intimas. —Hablando de toreros nuevos, hay un cartel junto a Pablo Aguado y Juan Ortega que tiene a Sevilla expectante. —Son dos toreros que ilusionan, con un corte bastante sevillano. El tiempo será quien decida. Lo más ilusionante es que se puede creer en ellos. Otra cosa es que la suerte los acompañe. La afición les tiene puestas mucha esperanza y fe.

—Dicen que los de arriba cierran las puertas a quienes tratan de abrirse camino, pero usted los ‘apadrinó’ en Ronda y Córdoba.

“Hay que cuidar a los jóvenes. No podemos inventar más confirmaciones para usarlos de teloneros” “Ser torero es un sentimiento, una forma de entender la vida. Una especie de religión” “Antiguamente los toreros se diferenciaban por lugares. Ni leían la misma prensa ni vivían el mismo folclore”

—Me acuerdo de que en Ronda, cuando le regalé el sobrero a Pablo, y se lo comenté a mi gente, me dijeron: “¡Qué dices! ¿Tú estas loco? Que no pasa nada”. Y les respondí que no, que hacen falta toreros nuevos que ilusionen. Yo nunca he sido avaricioso en ese aspecto. Fíjate que vengo a Sevilla todas las tardes rompiendo plaza. Me gusta que se le dé la oportunidad a gente nueva. Y no son dichos, son hechos. El ir por delante es un orgullo y es señal de que te mantienes en el tiempo. La antigüedad es un grado. Hay algunos que quieren ir siempre en segundo lugar. Yo no. Si hay que ir por delante, se va y no pasa nada. —Ramón Valencia reiteró su deseo de que el torero nuevo fuera por delante. —Pues yo no estoy de acuerdo con eso.

A un chaval que toma la alternativa hay que cuidarlo, no utilizarlo como telonero. Estoy en contra de esas nuevas confirmaciones que hacen por todos sitios. Te dicen: “Voy a confirmar a un chaval”. Mire, no, usted no va a confirmar a un chaval, usted lo que quiere es un telonero.  —¿Y por qué no piensan igual sus compañeros? —Cuando los veas, se lo preguntas.

 —Antes de marcharnos, ¿se siente uno torero sin torear? —Sí. Yo estoy en activo, pero no me dejan torear. Ser torero es un sentimiento, una forma de entender la vida. Una especie de religión. Al igual que no hace falta ir a misa para sentirte cristiano, uno se puede sentir torero sin torear. En resumidas cuentas, el toreo es una filosofía.

 

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