Parte II, final
…cómo se conocieron…
"Fue entonces -comentó ella- cuando comprendí la trágica emoción de aquel juego terrible y temerario". Por suerte, Joselito se salvó y Margarita Xirgu se vio libre de un gran peso. Con Emili Junoy habían ido a interesarse por el torero a la enfermería; Joselito agradeció después el interés que le había demostrado la ya ilustre actriz, y se hicieron amigos."
Aunque el escritor no menciona la fecha pude saber por el cronista de "ABC" que ese primer encuentro sucedió el 13 de junio de 1915 y aquella tarde en el cartel figuraba el nombre de "Joselito" al lado de Juan Belmonte y Vicente Pastor.
A partir de ese momento el torero y la actriz se vieron con tanta frecuencia que, naturalmente, corrió el rumor de un idilio (La Xirgú a partir de ese momento planificaba su programa de provincias haciéndolas coincidir con la feria donde actuaba "Joselito"). Lo que no sorprende ya que La Xirgu estaba en el mejor momento físico de su vida, tenía 27 años, como la describe el "Caballero Audaz": "Muy morena, tan morena, que su piel tiene trechos -las ojeras, la barbilla, el cuello- por donde broncea. Sus ojos, muy grandes y muy negros, brillan a veces con un fulgor siniestro, como los de una tigresa... Nunca están quietos. Van delante de su palabra para daros la perfecta sensación de la alegría, del dolor, de la tristeza, del placer".
Fiesta en Pino Montano
Pero, aquellas relaciones culminaron en las dos fiestas que los hermanos "Gallo" (Rafael y "Joselito") le dieron a la famosa actriz en su finca de "Pino Montano" en enero y febrero de 1916 y que fueron publicadas, con gran lujo de fotografías, en la revista "La lidia". Sobre la primera fiesta escribiría el crítico Durabat: "Quiso Gallito rendir un tributo de admiración a la insigne trágica y allí en el campo donde resaltan más la belleza de las cosas, dio la fiesta con todo el sabor de los cortijos de Andalucía, donde los toros y las guitarras, la majeza y el vino, los cantares y su cielo hacen un paraíso de aquella bendita tierra, Seguramente no olvidará la eminente actriz tal obsequio en toda su vida".
Y no la olvidó en toda su vida, porque muchos años después, ya en el exilio, en su casa de Montevideo, le contaría a su amigo Bergamín, el gran admirador de "Joselito", las dos fiestas que "Joselito" le organizó en la finca de "Pino Montano" y ante las preguntas del escritor y poeta, dijo entre otras cosas:
- Sí, "Joselito" me encandiló, no lo niego, y no te oculto que a mí vuelta de Sevilla estuve a punto de divorciarme. Y es que "Joselito" era, por entonces, joven (y digo joven porque tenía 7 años menos que yo) y muy simpático. Pero, sobre todo era un hombre hecho y derecho... y arrojado y valiente, como demostraba siempre ante los toros. ¡Ay, la verdad es que aquellos meses "Joselito" me volvió loca y lo hubiera abandonado todo si él me lo pide!
- Sí –le interrumpe Bergamín-, pero "Joselito" mataba mal...
- ¡Ja, ja,ja!... ¡Ah!, yo no lo sé, ya sabes que nunca fui una gran entendida en eso de los toros... pero sí te puedo decir que, en mi criterio y por mi experiencia, no solo sabía matar bien... Ja, ja,ja, ¡pero que muy bien!, no solo eso sino que sabía montar a caballo y picar mejor que nadie, que no ha habido otro banderillero como él... y que si no mataba bien con el estoque remataba con la puntilla mejor que cualquier puntillero profesional... Ja, ja,ja...
¡Lo cierto es que Margarita Xirgu no volvió a pisar una plaza de toros tras la muerte de "Joselito" en Talavera de la Reina!
Consuelo Hidalgo, la de las piernas de oro
Según de sus biógrafos "cuando el cadáver de Joselito, muerto en Talavera el 16 de mayo de 1920, posaba en la capilla ardiente instalada en la casa que el matador poseía en Madrid en la calle Arteta, junto al Teatro Real, llegaron hasta allí amigos, admiradores y muchas personalidades a dar su último adiós al torero, incluido el presidente del Gobierno Maura. En el velatorio, y en medio del silencio que había en el comedor de la casa donde estaban los restos de José, se oyeron los sollozos de una mujer enlutada de arriba abajo, que lloraba ante el cadáver con una gran pena. El velo cubría su bello rostro, pero todo el mundo reconoció a Consuelo Hidalgo que a pesar de los años transcurridos y de posteriores relaciones que el torero mantuvo con otras mujeres, no lo había olvidado. Se arrodilló ante el cadáver y lloró con amargura porque en aquel momento comprendió que ya no le cabía ninguna esperanza a su corazón".
La "Argentinita", la amante fugaz que lo volvió loco
A "Joselito" y la "Argentinita" se les atribuyó una apasionada relación que nació durante las fiestas de San Fermín del año 1919. Al parecer fue una pasión de locura de amor que volvió loco a los dos. Tal vez porque el torero encontró en la bailarina el remedio a la inmensa pena que le causó la muerte de su madre. "Joselito" toreó en esos Sanfermines cinco tardes seguidas, con su inseparable Juan Belmonte y alguna con Domingo Dominguín. Ella actuaba también en un teatro de Pamplona los siete días de las fiestas.
Encarnación López Júlvez nació en Buenos Aires el 3 de marzo de 1895 y murió en Nueva York el 24 de septiembre de 1945. Era hija de emigrantes españoles y su padre, don Félix López, un andaluz emprendedor, nada más llegar a Argentina abrió un negocio de telas que prosperó rápidamente. Sin embargo, una epidemia de escarlatina que azotó la capital de la Plata y causó la muerte de dos de los hijos del matrimonio hizo que, sin pensarlo, se volviera a España, cuando Encarnación era todavía una niña, aunque ya con tan sólo 4 años había destacado por su voz y su sentido del baile. Tanto que su padre, gran amante del flamenco, le puso enseguida una profesora llamada Julia Castelaou que la inició y le enseñó los géneros del flamenco. Su primera actuación en público fue con 8 años en el teatro-circo de San Sebastián.
A partir de ese momento se la conoció por La Argentinita, por haber nacido en Argentina y porque ya circulaba también por el mundo del flamenco Antonia Mercé, con el nombre de La Argentina.... Y como niña prodigio recaló en Madrid, después de recorrer media España, y le llovieron los contratos. Durante varias temporadas trabajó en el Teatro La Latina, en el de la Comedia, en el de la Princesa, en el Apolo y en el Príncipe Alfonso. Según los críticos conjugaba mejor que nadie el flamenco, el tango, las bulerías y los boleros, en una suerte de mezclas que resultaron una novedad en su época.
Como una pluma
Manuel Machado la describiría así: "Era como una pluma en el aire... fue preciso que la vida lastrara su corazón con el peso del gran amor y su cuerpo delicioso conociera el valor estatutario de la línea y el secreto del abandono femenino y del hondo dolor humano para que la hiciera reposar sobre el suelo y la convirtiera en la intérprete de los cantaores hondos y las danzas flamencas y le diera una voz cordial, aterciopelada y penetrante, sin estridencia y una maravillosa expresión dramática en el baile y en la copla".
Pero el romance fue más allá y los dos, ella y él, La Argentinita y Joselito, se volvieron locos de amor. Según su primo y cuñado El Cuco, Joselito encontró en la cantaora-bailarina el remedio a la profunda pena que le había dejado la muerte de su madre: "Encarna, como la llamaba él, cubrió en su corazón el hueco que dejó la Señá Gabriela". Tanto que esos meses, al parecer, hasta se olvidó de su Guadalupe y casi se olvida de los toros.
Lo que sí se sabe es que la "Argentinita" lloró amargamente la noche que murió "Joselito", tanto que esa noche no pudo ni actuar en el teatro "La Latina" donde actuaba. Pero años después Encarnación López se haría amante de Ignacio Sánchez Mejías y algo más que amante, ya que los propios miembros de su cuadrilla y los periodistas la llamaban la "mujer americana", para diferenciarla de Lola, la hermana de "Joselito", que era su "mujer española" y la verdadera.
Pero también le lloraron los poetas. Entre ellos Muñoz Seca: "¡Talavera! ¡Talavera!/ Noble ciudad castellana/ en tu escudo y tu bandera/ pon una capa torera/ con un traje de oro y grana/ halló Gallito la muerte./ Gallito el mejor torero".
Alberti: "Llora, Giraldilla mora,/ lágrimas en tu pañuelo./ Mira como sube al cielo/ la gracia toreadora./ Niño de amaranto y oro,/ cómo llora tu cuadrilla/ y cómo llora Sevilla".
Y Miguel Hernández: " Bello, moro y español/ como la Torre del Oro,/ catedral de luz cristiana/ con el bulto transitorio/ iba Joselito el Gallo/ de punto en punto redondo./ Como Dios, por todas partes/ estaba: por los periódicos,/ por los muros, por las bocas,/ por las almas, por los cosos.../ ¡adiós, Joselito el Gallo!/ Adiós torero sin otro!/ Dejas el ruedo eclipsado/ su círculo misterioso/ con la soledad del sol/ y la soledad del toro./ A todos les viene ancho/ aquel anillo sin fondo/ que a tu vida se ajustaba/ cabal y preciso, como/ hecho de encargo por Dios/ para tu arte y tronco".
/// elcierredigital.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario