martes, febrero 24, 2015

¿QUÉ QUIERE Morante, mexicanizar el toreo en España o qué?



Por: J.A. del Moral.

Acabo de leer lo que se acaba de publicar en el diario El Mundo sobre lo que Morante le dijo por carta o no sé por qué medio al Alcalde de Sevilla en su ya desesperado y descarnado intento de acabar con la familia Canorea-Pagés como sea, y he sentido vergüenza ajena. Me gustaría saber qué piensan de todo esto los maestrantes sevillanos con el Teniente de Hermano Mayor a la cabeza.

Pero ¿quien se cree Morante que es?  Desde luego que un grandioso artista del toreo, nadie lo duda. Pero ¿profesionalmente hablando…? Por muchas faenas con las que nos haya maravillado, son infinitamente más los petardos que ha pegado e incontable la cantidad de toros que ha desperdiciado y desperdicia con su impropiamente equivocada manera de torear, sean como sean las reses…

Desperdicios carísimos  que enojan a los ganaderos aunque se no se atrevan a públicamente. Estoy harto de escuchar  las peses que echan no pocos de Morante cada vez que maltrata a toros que en mejores y más sabias manos hubieran dado bastante mejor juego.  Morante se refugia en los detalles con pellizco y así viene “tapándose” en la mayoría de sus actuaciones gracias a que sus partidarios y hasta los que no lo son llevan enlatados los oles para gritarlos con desgarro en cuando medio se estira, le salgan los lances o los muletazos lentos o rápidos, dulces o eléctricos, tersos o arrugados, limpios o ensuciados, con giñas y huidas o sin ellas…

Morante se siente ahora respaldado por los centenares de miles de millones de Bailleres que le apodera aunque quien le sirve de compañía y le aconseja es el torero fracasado Antonio Barrera y ambos parece que se han creído ser el centro del mundo y que pueden hacer y deshacer a su antojo lo que les venga en gana. Y como este año se han asociado con dos empresarios, digamos europeos, que si han aceptado serlo, en el fondo es por el dineral del socio azteca y no por otra cosa aunque hayan envuelto la sociedad con entusiastas literaturas barrocas, han emprendido una carrera que piensan les llevará a adueñarse por completo del toreo mundial. De Córdoba para empezar, de Sevilla ya lo estamos viendo y hasta de Madrid cuando llegue el caso…

Ya tienen la plaza de Córdoba bajo su mando y bien atada por el maldito parné – son gente seria dicen los cordobeses – además de la ganadería de Zalduendo y una finca de El Litri. Han vuelto a la carga con la plaza de la Real Maestranza de Sevilla después de su primer fracasado intento de apoderarse de ella el año pasado y ya veremos lo que pasa cuando vayan a por más.

Que Alejandro Talavante se haya unido al dislate es lo de menos porque el extremeño lleva cada vez menos gente a las plazas. Pero los que deberían apartarse de este tinglado son El Juli y Perera porque no necesitan refugiarse bajo el manto de Bailleres ni del de nadie para seguir siendo lo que son. Al coincidir la afrenta de Morante con la previa decisión de ambos matadores de no querer torear en Sevilla – cuestión clara desde el principio por parte de Perera y menos clara la de El Juli – se han visto envueltos en un asunto que cada día que pasa huele peor y que va a terminar de muy mala manera.

Por fortuna, José María Manzanares hace tiempo que abandonó el llamado G-5 y por eso y porque fue llamado por la empresa de Sevilla hace meses y antes que a ningún otro para ser contratado para la próxima feria, ahora llega Morante – y El Juli también – a quejarse amargamente porque no han sido ellos los primeros en ser requeridos. Pues naturalmente que no llevan razón. Ni Morante ni El Juli llevan hechos en Sevilla la cantidad de faenones que han convertido a Manzanares en el príncipe de la Maestranza por no decir el rey. Pero es que ni en sueños los conseguirán… De ahí que les corroa la envidia.

No se puede andar por el mundo con estas maneras tan chulescas y tan desafiantes, señor Morante. Por muy mal que se hayan portado Eduardo Canorea, por muy discutiblemente que le haya  apoyado su cuñado, Ramón Valencia, lo que usted está haciendo es propio de gentes desequilibradas y de personas desquiciadas. Muchas veces me he preguntado por qué un torero tan religiosamente clásico en las formas, por qué un torero que hace cosas tan bellas es capaz de vestirse de paisano utilizando disfraces arrabaleros o de guardarropía teatral y de aparecer despeinado como un poeta de alcantarilla, de pronto con bigotes charlotescos o con barbas de mendigo hambriento. Y esto, se mire por donde se mire, no es propio de gente normal ni con la cabeza en su sitio.

Fuente: De Toros en Libertad.

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