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Hugo Alexander Angulo… Carnaval Taurino de América Mérida febrero 2015
Por: Eduardo Soto.
Habiendo concluido el ritual de dar vistazo diario a la prensa, en
este caso local y dominical, no deja de
llamar la atención que en el diario fronterizo
la primera de sus páginas
dedicada a Deportes la copa la
Tauromaquia, en tanto que la de Arte
y Gastronomía, solamente se
dedica al buen comer. Uno podría argüir ad náuseam que la gastronomía es un
Arte, pero pocos podría negar con sensatez
que a esta última categoría pertenece de manera indiscutible el Arte de
Cúchares. Con esto quiero decir que quizás sería más juicioso combinar Arte y
Tauromaquia y, como la ligazón entre Deportes y Gastronomía no es fácil y
pudiera lucir hasta antinómica, dejamos al buen criterio de los responsables
del periódico como resolver ese asunto.
Lo que si deberíamos evitar
a toda costa es que las noticias sobre tauromaquia puedan aparecer un día en
las páginas de Sucesos. Día que no perece muy lejano, a juzgar por las
verdaderas dentelladas sangrientas que asestamos reiteradamente a compañeros de
ruta taurina, a quienes restregamos el dedo en la llaga cuando cometen errores,
sin el más mínimo ánimo constructivo de hacer algún aporte para encontrar los modos y maneras de evitarlos en
el futuro, salvo la cantinela para
sustituir los pecadores de turno, sin tratar de contribuir a erradicar
de raíz el pecado.
No deja de causar cierta
tristeza observar, como un verdadero
icono tradicional de la comunidad taurina
nacional e internacional, cuyos conocimientos de la Fiesta Brava son verdaderamente
enciclopédicos, se preste, a umbrales del ocaso en su destacada trayectoria, a efectuar
públicas insinuaciones, sustentadas en el aire, sobre supuestos afanes de ganar
favores o actitudes falaces y demagógicas con los que se pretende empañar la diáfana actuación de la Comisión
Taurina Municipal, cuya impetuosidad más
bien ingenua la lleva ciertamente a cometer excesos, pero sin trastienda alguna
y a la vista de todos. Cuán difícil es, hasta para taurinos de tanta vitola,
hacer comentarios acertados a distancia,
sin haber tenido la plena vivencia de
los festejos feriales.
Pasando página, quisiera
dedicar un par de párrafos al fraccionamiento de la familia taurina venezolana.
Cronológicamente, el asociativismo taurino organizado surgió hace unos años con el Círculo
Bienvenida de raíz española, pero que ya cuenta con un entramado en varios
países de la América taurina; luego montó
tienda aparte la Asociación Taurina de
Mérida, escisión del anterior, del cual se separó por razones que sería prolijo
enumerar, y cuya dirigencia es netamente criolla. Posteriormente, también derivación del mismo tronco, la
Fundación Girón, cuya nombre de emblemática venezolanidad, exalta los valores
de la cultura tauromáquica, bajo el manto de nuestra primera y de más abolengo dinastía torera nacional.
El reto que se plantea a los aficionados venezolanos es, ni más ni menos, la unión de la familia taurina venezolana,
actualmente parcelada en tres pedazos. La
reunión debería cumplirse además de manera institucionalizada, de forma tal que
permanezca inmune a eventuales altibajos emocionales de los
dirigentes.
La integración de las
parcelas cuya constitución es criolla empezando por la cabeza, no parecería tan difícil, puesto
que aparte de la afición a la tauromaquia, los identifica una común
idiosincrasia.
Pero la reunión con la que resta, tronco primigenio pero
cuya derivación criolla arranca sólo del
segundo peldaño, reviste mucha más complejidad. Al CB hay que reconocerle,
pésele a quién le pese, su indiscutible aporte al mejoramiento de nuestra
torería nacional, el cual debería continuar y ampliarse, independientemente de
los arreglos institucionales a que se pueda llegar. Parecería ser que para el Círculo la unificación significa dar la Bienvenida a los
disidentes, siempre y cuando pasen, contritos
y agradecidos, por las horcas caudinas
del regreso a la institución de la cual
se separaron. La unificación concebida
en tales términos luce lejana y al existir el matiz de subordinación al
exterior, se torna inaceptable para muchos.
También es difícil pero no
imposible con la buena voluntad de todos, la armonización de posiciones en el seno de un mecanismo, cuya suprema
dirigencia integrada por miembros de las tres parcelas, pueda actuar con absoluta libertad de la
manera que estime más conveniente, para la promoción y defensa de la Fiesta
Brava en Venezuela, en pie de igualdad, con las necesarias relaciones externas, y sin que ninguna de ellas se considere
primera entre iguales.
Por lo pronto, mientras
llega tal día, si es que llega, se debería al menos lograr un pacto de
caballeros que incluya la no agresión,
coordinación y apoyo entre las tres instituciones, para que
no se entorpezcan mutuamente en su
accionar y mucho menos entren en contradicción en sus labores.
¿Sería mucho pedir en estos
tiempos, cuando el aire enrarecido presagia
que arreciarán rayos y centellas contra nuestra Fiesta Brava?
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