miércoles, octubre 02, 2013

EFEMÉRIDES Vicente Pastor cortaba la primera oreja en Madrid




1912 - Se corta, oficialmente, la primera oreja en la plaza de toros de Madrid. Fue a parar a manos del diestro Vicente Pastor después de hacer una faena superior al toro “Carbonero”, de la ganadería de Concha y Sierra. El público pidió que se le otorgase la oreja, como así se hizo, quebrándose una norma respetadísima durante muchos años el la plaza de toros de Madrid, e implantándose el corte de apéndices, costumbre que hasta entonces no existía. 

1949.- Toma la alternativa en la plaza de toros de Madrid el diestro gaditano Rafael Ortega, que vestía de blanco y oro, estoqueando al toro “Cordobés”, de la ganadería de Felipe Bartolomé. Actuó de padrino Manolo González, y de testigo Manuel dos Santos que no pudo presenciar la ceremonia por haber sido cogido en el primer toro.

1971.- Se celebra un festejo taurino en Yugoslavia en un estadio de futbol de Belgrado. Lidiaron toros de Carlos Nuñez los diestros Luis Miguel “Dominguín”, Roberto Piles y el rejoneador Alfredo Conde. Al día siguiente se dio otro festejo con los mismos espadas y ganado de Guardiola. Durante los dos festejos, por medio de megafonía se fue exponiendo el sentido de las suertes y de los lances.

Vicente Pastor y Carbonero.

Por: Gregorio Corrochano.

Hay un claro ejemplo, muy de nuestra época –de la mía- del toreo de dominio, que es lo primero a que debe atener el matador. Nada más lamentable en el toreo que ver a un torero dominado por el toro, toreado por el toro.

El ejemplo es Vicente Pastor con un toro fogueado, Carbonero, de Concha y Sierra. Fue un gran mentís a los que sostienen que al público -¿a qué público?- le gusta solamente el toreo estilizado, que algunos llaman, y muy bien llamado,  toreo de salón. Vicente Pastor y el toro Carbonero nos enseñaron cómo es fuerte y emocionante el toreo clásico, cuando el valor une el conocimiento de las reses al conocimiento de las suertes.

Vicente Pastor fue el Frascuelo de su tiempo, por su oportunidad y valor en los quites, por sus faenas en tablas y por su decisión al entrar a matar dando el pecho, por derecho y sin el paso atrás. Este toro Carbonero le hubiera firmado Frascuelo. El toro Carbonero fue manso. Las banderillas de fuego le hicieron más receloso y de sentido. Se paró en los medios. Allí fue a buscarle Vicente Pastor, y le obligó y le dominó, toreándole por lo bajo y al natural.

La faena fue breve, justa y precisa; nada le faltó para ser completa, y nada le sobró para ser perfecta. El toro cambió. Gran ejemplo de faena de castigo y dominio. Le arrancó a matar por derecho y en corto y dio una estocada hasta el puño. El toro rodó en el mismo sitio donde se había desarrollado la faena. Fue tanta la emoción, que había que darla salida de manera desusada. Se pidió la oreja en Madrid, donde no era costumbre. Y se concedió.

La faena no fue bonita, pero tuvo una gran belleza. Lo bello es superior a lo bonito, tiene más emoción, y más fuerza y más vida. Lo uno agrada, lo otro impresiona.

Impresionó tanto, que sobre todas las cosas bonitas  que se hicieron aquel año, lo que resalta es el toro Carbonero.

Quede consignado, por si quieren tomar nota los aficionados nuevos, que tengan curiosidad por conocer aspectos de la fiesta, que el presente sin el pasado es agua estancada.

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