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| Fotos cortecia Tendido del Sur/Claudio de Diego... Las dos orejas de su primer toro. |
Zabala de la Serna | Sevilla. La emoción incontenida al romperse el
paseíllo volcó la plaza llena en una calurosa ovación sobre Juan José Padilla.
Doble alegría: su regreso a Sevilla y el lleno. Padilla compartió las palmas y
los afectos con sus compañeros. Y salió el toro. Un toro recortado, negro, bajo
y cara abierta de justa fuerza y justo fondo. Padilla pudo largas velas sólo por el izquierdo, también
la media de buen trazo. La Maestranza estalló con las
banderillas: dos pares al cuarteo y uno al sesgo. Los tres por el pitón
derecho. A media altura, Padilla interpretó su nobleza sin emoción. Los viajes
cada vez mas cortos hasta que lo exprimió en cercanías y péndulos.
El
idilio de José María Manzanares con Sevilla sigue y crece. La gente desde que
se abrió con el capote se entregó en cuerpo y alma a las verónicas por el pitón
derecho, a las improvisadas chicuelinas de mano baja y a una revolera barroca
como bata de cola. El lavado toro de Victoriano del Río se resistió huidizo al
segundo puyazo. Un quite por delantales de Talavante emanó un temple
sensacional. Huidizo de querencias el toro. Allí cerca de tablas, muy cerrado,
a Curro Javier le apretó sin espacios. Manzanares ordenó bascular la lidia
hacia la Puerta del Príncipe. El tercio de banderillas transcurrió alocado por
los arreones del toro.
El torero adoptado por la Maestranza estuvo inteligentísimo con la izquierda para
no quitársela de la cara, incluso sacrificando un punto de su natural estética
para tapar la embestida, sin terminar nunca de humillar, en beneficio de la
eficacia. En redondo la plenitud fue mayor. Manzanares miró varias veces a las
banderas y se tomó su tiempo entre series. O se lo dio al toro. Un cambio de
mano volteó los tendidos. Un leve paso por la zurda de nuevo no tuvo brillo con
el toro más remiso y mirón. El pase de pecho lo vació solventaría la situación.
Nada como el que luego cerró una tanda de circulares sin solución de
continuidad, un auténtico monumento el obligado. La plaza era ya un manicomio
que se desató del todo con la estocada brutal, aunque quedó algo suelta, en la
suerte de recibir. Una locura. Las dos orejas y una ovación demasiado generosa
al toro en el arrastre.
Talavante
también le puso punto final a su faena con una buena estocada, incluso
perdiendo el engaño. Hubo expresión sobre la mano derecha, con el torero muy
roto. Y sus cosas con la izquierda, que no era la mano del engatillado toro de
escasa cara. Se vería el
lado óptimo en una nueva serie en redondo. Juegos florales
mexicanos que no acabaron de salir. Y las bernadinas de cierre que elevaron el
diapasón hasta la oreja.
Arreó
mucho el más serio cuarto en banderillas y le complicó la existencia a Padilla
en las reuniones. Un par
al violín, desigualados los tres anteriores, puso la plaza en pie exageramente.
El toro, con el hierro de Toros de Cortés, muy sangrado, se paró en la muleta a
plomo.
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| Manzanares mata recibiendo a su primer toro y segundo toro. |
Sonó
la música para la cuadrilla de Manzanares en el quinto. Para Curro Javier con
el capote y Trujillo con los palos. Su jefe de filas había estado con empaque a
la verónica. El derribo del caballo le dio emoción. Pronto presentó la
izquierda. Dos buenos. En redondo la gente presentía e iniciaba el ole antes de
que el toro metiese la cara en la muleta, que templaba con suma suavidad.
Volvió a la zurda, largos los muletazos; y en redondo cerraría enroscándose al
toro a la cintura. Cumbre
la serie. Como el de pecho o aquel pase de las flores improvisado. Que
el toro se rajase al final era lo normal, pues ya lo había intentado antes. Y
por ello también Manzanares no lo apretó hasta el final. La estocada en la
suerte de recibir, en dos tiempos; lo nunca visto. Inapelable la eficacia,
tremenda la puntería y el aguante. Otras dos orejas. Del tirón casi. ¡Qué importante
para la Fiesta! Manzanares, generoso en extremo con sus toros, también lo fue
con su cuadrilla, y al finalizar la apoteósica vuelta al ruedo la sacó a los
medios en una imagen inédita. Manzanares y los suyos. Se desbordó la pasión en
la salida a hombros aún mas por la Puerta del Príncipe.
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| La hermana de Josemaria manzanres emocionada al lado el cantaor Manuel Lombo. |
Talavante echó toda
la carne en el asador con el sexto. Y su izquierda dibujó naturales de muñeca e
inmensa largura. Por abajo, para fijar abajo la embestida encastada de un toro
que tendía a soltar la cara. Puso
de su parte el resto cuando la gasolina del ejemplar de Toros de Cortés se
apagó. Un arrimón en firme y sin música por capricho de don
Tristán, al que no le debió de gustar.
| El abrazo del triunfo de los Manzanares padre e Hijo |
Plaza
de la Maestranza. Viernes, 20 de abril de 2012. Octava de feria. Lleno. Toros
de Victoriano del Río y
dos con el hierro de Toros
de Cortés, todos cinqueños; de desigual presentación; lavado el
buen pero sueltecito 2; noble por el derecho el engatillado 3; justo de fuerza
y escaso de fondo el 1; muy sangrado y parado el 4; bueno en el límite de fondo
el cornidelantero 5
Juan José Padilla, de berenjena y oro. Pinchazo y estocada
(saludos). En el cuarto, estocada (saludos).
José María Manzanares, de azul marino y oro. Estocada en la
suerte de recibir (dos orejas). En el quinto, estocada en dos tiempos en la
suerte de recibir (dos orejas). Salió por la Puerta del Príncipe.
Alejandro Talavante, de caña y oro. Estocada (oreja).
En el sexto, pinchazo y estocada (saludos).




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