Foto Oswaldo Páez. Con las dos manos, guiando el caballo solo con su cintura, Pablo Hermoso de Mendoza le pone las banderillas a su segundo toro.
28 de diciembre de 2011 EFE. El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza regreso a la plaza de toros Cañaveralejo, y a sus múltiples conquistas, deberá sumar un triunfo rotundo. El que consiguió hoy cuando cortó tres orejas en la ciudad colombiana de Cali.
Hermoso de Mendoza fue el elegido de la tarde. Especialmente en ese tercer capítulo del festejo en el que contó, también como protagonista estelar un bravísimo toro de la ganadería Juan Bernardo Caicedo, que precisamente, se llamaba Elegido.
Porque el toro no se cansó de perseguir a los caballos del rejoneador, y lo hizo con codicia, ritmo y boyantía en todas las suertes a las que lo invitaba el navarro.
Gracias a esas virtudes, los caballos que guiaba Hermoso de Mendoza no solo pisaban terrenos comprometidos sino que templaban al hilo de las tablas las emocionantes embestidas.
Fue una obra rotunda. De gran toreo. Donde las voluntades del torero, sus caballos y el toro permitieron la emoción en los tendidos.
Las cuatro banderillas que clavó quedaron en lo alto. Y el epílogo contó con un entregado alarde de Hermoso de Mendoza quien redujo las distancias al máximo, y luego de acariciar los pitones del toro, besó la testuz de Elegido en un gesto agradecido y que llevó las emociones al límite.
Las dos orejas fueron incontestables, así como el premio de la vuelta al ruedo para el toro en el arrastre.
Y como la tarde era suya, Pablo se marchó con un trofeo más. En el sexto, un toro interesante, pero que se apagó, el rejoneador interpretó suertes con limpieza, siendo un par de banderillas cortas, clavadas a dos manos, la carta para su nuevo compromiso, el del 31 de diciembre.
Del encierro de Juan Bernardo Caicedo hubo otro toro que se entregó en el ruedo con mucha bravura.
Se trató del quinto de la tarde. Era el de hechuras más armónicas y serias. Y fiel a su fenotipo, embistió con transmisión y fiereza.
El elegido para lidiarlo fue Santiago Naranjo. Quien sin leer de forma adecuada las condiciones del ejemplar, aprovechó sus virtudes para plantear una tauromaquia más efectiva pero de nula profundidad y sin estar acorde a lo que el toro merecía.
Aunque la faena tuvo una sola serie notable de toreo en redondo, deambuló sin norte.
Naranjo cortó una oreja muy cuestionada, y solo reclamada por un grueso sector del público que se conmueve más con lo accesorio que con lo fundamental.
Mientras que el toro, que merecía más que una ovación, fue arrastrado en línea recta y con la sensación de que sus embestidas habían sido despilfarradas.
Con el segundo de la tarde, bronco y nada fácil, Naranjo también anduvo sin norte y desesperado y errático con la espada.
Daniel Luque, a diferencia, se encontró con el lote más complejo y a la contra de la tauromaquia que más le gusta interpretar al sevillano.
Su primero, de embestida descompuesta y peligrosa, se movió con emoción pese a que no dejó estar a gusto al torero. Sin embargo le plantó cara aunque no consiguió emocionar a la concurrencia.
Con el cuarto, Luque dejó algún detalle y su faena tampoco fue completa, pues aunque el toro se movió lo suficiente, no ofreció embestidas francas.
Ficha
Cali, plaza de Cañaveralejo
Tercera de feria
Seis toros de Juan Bernardo Caicedo, serios y variados de capa. El tercero fue premiado con la vuelta al ruedo y el quinto ovacionado.
Daniel Luque: silencio y silencio.
Santiago Naranjo: silencio tras dos avisos y oreja
Pablo Hermoso de Mendoza: dos orejas y una oreja.
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