Alfredo Fermín/Elcarabobeño En la segunda corrida de feria, en memoria de Orel Sambrano, se puso la carne sobre el asador para mostrar lo mejor del programa ferial, del cual destacaron los jóvenes espadas Manolo Escribano, de España y Diego Silvetti, de México.
Ambos ganaron una oreja, que pudieron ser más por sus impecables faenas que devolvieron el arte y la confianza a nuestra Monumental, en una tarde tan larga como alegre.
El rejoneador José Luis Rodríguez, ofreció un bello espectáculo y Otto Rodríguez, quien completó el cartel, estuvo tan desganado que dejó la interrogante de ¿por qué regresó?, después de haberse retirado oficialmente, cuando es evidente que no le gusta torear.
La corrida, patrocinada por el Fondo de Turismo de Carabobo, tuvo un encierro de la ganadería La Cruz de Hierro con algunos ejemplares bien presentados y aptos para la lidia y con otros que no tuvieron el suficiente trapío para ayudar a la suerte de los toreros.
La fiesta la comenzó José Luis Rodríguez, trajeado elegantemente con casaca a la usanza portuguesa sobre hermosos caballos. Tenía deseos de triunfar pero el toro, con actitud huidiza, no hizo nada para que la faena mereciera premio.
Otto Rodríguez, fue el primero de la terna de los matadores de a pie. Se mostró apático, sin interés por agradar. Así era imposible acceder a cualquier recompensa
En cambio, Escribano estuvo sensacional con un toreo alegre, emotivo y artístico comenzando con lances a la verónica, faroles bien adornados con la capa, para luego colocar pares de banderillas bien puestas.
Al sevillano le correspondió el mejor toro de la tarde-su segundo- que supo aprovechar para ofrecer su variado repertorio.
Con la capa se lució, destacándose una tanda de saltilleras; con las banderillas estuvo sensacional y con la muleta ofreció pases cambiados, derechazos y naturales que pusieron de pie a la concurrencia calculada en mucho más de un cuarto de plaza.
En el segundo que dedicó a Orlando Echenegucia, colocó la espada en buen sitio, por lo cual se le concedió una oreja que pudieron ser dos si el toro no hubiese tardado en caer. ¡Que vuelva, que vuelva!, gritaron desde los tendidos, mientras daba la vuelta al ruedo recogiendo prendas.
El debutante Diego Silvetti dejó la mejor impresión en el público que lo aclamó con entusiasmo. El primero fue el toro que más se entregó, pero se apagó sin ofrecer más posibilidades para dar todo lo que quería.
Pinchó dos veces antes de lograr una media estocada efectiva. Al segundo, que dedicó al periodista El Vito, lo consintió en su querencia y le dio bellos muletazos, pases en redondos por ambos lados rematando con pases cambiados. Con una estocada trasera de rápido efecto concluyó su faena premiada con una oreja.
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