Lo que tiene que ser bien recibido, sobre todo, porque no podemos dejar pasar una oportunidad como la que ahora se nos presenta en este mundo globalizado en el que, sin embargo, los contrarios a las corridas de toros llevan años haciendo uso de ellas para lanzar mensajes, proclamas y no pocas aberraciones para atacar al espectáculo taurino. Y la red funciona, vaya si funciona.
Hace unas semanas decidí abrir la puerta de Twitter para ver qué se escondía tras de ella. Me dijeron que Zabala de la Serna había dejado un tweets recomendando una entrevista más de El Juli. Una vez en Twitter me sorprendió ver la cantidad de gente afín a los toros que utiliza este medio para compartir su pasión y hacer extensiva a otra mucha más gente el mensaje taurino.
Naturalmente, los hay de todos los colores, toristas, toreristas, toreistas, partidarios de un solo torero, de un solo concepto, o de todos, o de una ganadería, o de todas, o incluso del utopismo taurómaco o del inconformismo permanente. También hay periodistas, y algunos ganaderos, y cada vez más toreros, aunque en este sentido José María Manzanares se lleva la palma, porque tras el alicantino han ido entrando otros espadas de la primera fila.
Todos ellos se comunican en primera persona y su presencia atrae a miles de seguidores. Se lo aseguro. Tal es así, que El Mundo está publicando todos los días una sección fija dedicada a los tweests taurinos.
Imagino que a muchos todo esto le seguirá sonando a chino, pero hay que reaccionar para hacer extensivo nuestro mensaje, para adaptarnos a toda esa gente joven con cosas interesantes que decir sobre el toreo y, cuyo lenguaje, queramos o no, para por estas redes sociales del Facebook o el Twitter. Una vez abierta la puerta es difícil abstraerse de una realidad palpable y decisiva para el futuro.
La verdad del toreo seguirá siendo la verdad del toreo, y será inalterable, pero me gusta que cada vez haya más medios para expandirla. Personalmente, me gusta hablar de toros con poquita gente y en tertulia, lo que no quita para que me alegre, y mucho, al comprobar cómo esas tertulias se multiplican por cientos a través del "twitaurino".
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