viernes, abril 15, 2011

Charles Chaplin se estremeció en el Chofre

La presencia de Chaplin fue un atractivo más de la primera corrida de abono

1931 El popular 'Charlot' presenció en San Sebastián por primera vez una corrida de toros

Acababa de estenar 'Luces de la ciudad' y, aunque no luciese bigotito ni bombín sino su natural pelo cano, su figura no pasó desapercibida en San Sebastián. El 9 de agosto de 1931, hace 79 años, estuvo aquí Charles Chaplin, todo un genio.

Chaplin estaba pasando unos días en Biarritz, junto con Abbadie d'Arrast, Ricardo Soriano, marqués de Ivanrey, y una señorita que los periodistas no conseguían identificar (en 'El Día' se referían a ella como «una bella joven norteamericana»). Estaba Chaplin en Biarritz en plan turista y el grupo quiso hacer algo típico de los turistas, ir a ver una corrida de toros. Así que vinieron al Chofre, a presenciar una toreada por Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Nicanor Villalta y Manolito Bienvenida. Con ellos descubrió entre nosotros el mundo taurino.

Según recogía el periódico 'El Día', «no estaba la mañana muy buena para callejear; sin embargo, Charlot, con sus acompañantes, se dio una vuelta por varias calles del casco viejo y estuvo en el mercado de la Brecha, mostrando una gran curiosidad por todo lo que veía».

Luego se dirigieron al apartado, donde Chaplin se extrañó de la delgadez de Barrera, pues se imaginaba que los toreros serían más forzudos. «Charlot presenció con gran atención el sorteo de los toros y luego, con un poco de miedo que no disimulaba, bajó a corrales y se dejó hacer una fotografía al lado de un burladero en un momento en que los toros estaban distraídos».

Chaplin, que probó sidra, chorizo de Pamplona, chipirones, cordero al chilindrón y queso de Idiazabal en el restaurante Rodil, aguantó el tipo durante la corrida, aunque al cronista de 'El Día' no se le pasó por alto su verdadera reacción: «A Charlot no le gustan gran cosa los toros. Hasta es posible que le desagraden positivamente. Él dice lo contrario, pero es por gentileza. Le estuvimos observando el domingo durante la primera de abono en nuestra plaza y vimos cómo Charlot, cada vez que el toro arremetía a los piqueros, volvía la cabeza con un gesto estremecido: el mismo gesto de esas inglesas de Biarritz que vienen a nuestra plaza y salen gimoteando en cuanto le ven las tripas al jamelgo».

El reportero, a través del marqués de Ivanrey, preguntó a Charles Chaplin si le había gustado el festejo y éste contestó: «Mucho, mucho. Así los debían matar siempre, sin hacerles daño». Aunque elogió la bravura de toros y toreros, no pudo menos que añadir: «¡Si los caballos trotaran! ¡Si no sangraran tanto los toros! ¡Si esos hombres de la pica no fueran tan gordos!».

Vamos, que Chaplin descubrió en San Sebastián el arte taurino y no quedó demasiado convencido, si bien al parecer sí apreció algunos lances de la tarde. «Yo creo -opinaba el redactor de 'El Día'- que lo que más le gustó a Charlot fue un descabello a pulso de Barrera. Se volvía loco aplaudiéndole con las manos muy abiertas, como hombre que no sabe aplaudir».

La plaza estuvo pendiente de aquel simpático extranjero de pelo blanco, al que Marcial Lalanda regaló la oreja que cortó en su segundo, mientras que Chaplin obsequió a los diestros con pitilleras de plata. Después de tomar un té en el María Cristina, el grupo de turistas regresó a Biarritz.

«Cada vez que el toro arremetía a los piqueros, volvía la cabeza con un gesto estremecido»

Chaplin vino desde Biarritz, visitó el mercado de La Brecha y regaló a los toreros pitilleras de plata


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