Historia de la prensa taurina desde finales del XVIII a nuestros días. (Capítulo II)
Por El Zubi
El origen de la prensa taurina hay que buscarlo en el “Diario de Madrid”. Fue un 20 de junio de 1793 cuando se publicó por primera vez una revista de toros. Era una especie de separata dentro del periódico mencionado en la que se informaba de manera monográfica, de la cuarta corrida de Feria celebrada el 17 de junio del año citado en la Plaza de Toros de la Puerta de Alcalá, a beneficio de los Reales Hospitales. Aquel día se lidiaron 6 toros por la mañana y 12 por la tarde, estoqueados por los hermanos Pedro, José y Antonio Romero. Todo este trabajo periodístico iba firmado bajo el seudónimo de “Un Curioso”. Nunca se supo a ciencia cierta quien se escondía detrás de ese seudónimo y sin proponérselo, implantó la costumbre entre los revisteros taurinos de esconderse tras la firma de sus seudónimos. Lo cierto es que la publicación tuvo una gran acogida entre los lectores madrileños, ávidos siempre de lectura de periódicos y más aun si esta se refería a hechos ocurridos en la Plaza de Toros de Madrid. A partir de esta fecha el “Diario Madrid” siguió incluyendo de manera asidua la reseña informativa de las corridas que se celebraban en la capital. La idea fue copiada por los demás periódicos capitalinos y dio pie a que se iniciase una nueva era en la Historia del Periodismo español, pues comienzan a darse los primeros pasos de lo que se ha dado en llamar la “prensa especializada”.
La primera publicación de carácter exclusivamente taurino vio la luz en 1819 y se titulaba “Estado que manifiesta las particularidades ocurridas en esta corrida”. Esa era, digamos, la cabecera y la marca de la revista y salía a la calle al día siguiente del acontecimiento taurino sucedido en Madrid. Llegaron a salir catorce números de esta publicación.
En 1820 aparece otra revista taurina que tuvo vida efímera: “Cartel de Toros” era su cabecera y no se conoce ninguna otra publicación de este tipo hasta que en 1845 que sale “El Toro, colección de biografías y retratos de los más célebres lidiadores”, que naturalmente no tenía un carácter informativo inmediato a los hechos acontecidos, sino que era una publicación sobre tauromaquia y sobre toreros. De 1847 es otra publicación llamada “La Flor de la Canela”.
En Sevilla también sentían las mismas inquietudes periodísticas taurinas que en la capital de España, pues en 1849 José Velázquez y Sánchez bajo el seudónimo de “Don Clarencio”, saca la famosa publicación “Cartas Tauromáquicas” que tuvo un éxito arrollador entre el público y abrió nuevos caminos en este tipo de prensa, ya que se recoge en ella reseñas periodísticas en verso de las corridas celebradas en la Maestranza sevillana. Estuvo publicándose durante 20 años hasta 1869. También en esta ciudad andaluza salió en 1848 otra buena revista taurina “La Tauromaquia”, que si bien tuvo una corta vida, marcó de manera contundente un modelo ya de revista especializada en toros. Su creación fue iniciativa de Manuel María de Santa Ana, que fue su fundador, regente y redactor.
En Madrid en 1850 sale un periódico que se hizo famoso pronto: “El Clarín”, cuya marca decía “Periódico taurómaco, bullicioso y retozón...”. Tenia periodicidad semanal con salida los miércoles y duró sólo un año. Lo fundó y dirigió Joaquín Simán, amigo apasionado del entonces famoso torero Juan León. Estos años en la capital de España era un hervidero de periódicos y revistas. Estamos en lo que en la Historia del Periodismo español se vino en llamar “Periodismo Ideológico y de Opinión” referido claro está a la política, pero que tuvo su influencia en todo lo referente a lo taurino. En sus contenidos predominaba la opinión a la información y formaban parte de esa historia apasionante y disparatada que fue el siglo XIX español, en que lo taurino se daba la mano con lo político y viceversa.
En 1851 aparece en Madrid un periódico taurino que vino a suceder a “El Clarín” tras su desaparición y que tendrá una longeva vida: la cabecera era “El Enano” y en su marca rezaba: “Periódico picante, burlón y pendenciero”. Era predominantemente de contenido taurino aunque también daba cabida a la crítica teatral, modas y costumbres, chismes, poesías... y sobretodo a las loterías. Tanta importancia le fue dando a estos últimos contenidos relacionados a las apuestas al azar, que en 1858, cuando iba ya por el número 394 cambia de cabecera para llamarse “Boletín de Loterías y Toros” y así se estuvo llamando hasta 1887 en que en el número 1.781 vuelve a adoptar la cabecera anterior de nuevo: “El Enano”, volviendo a prestarle su máxima atención a los toros. El alma de este gran periódico fue José Carmona y Jiménez que compró la cabecera a Joaquín Simán y Manuel López Azcutia, sus antiguos propietarios. En 1885, a la muerte de Carmona, le sucede Jiménez Pastor que retoca la cabecera llamándole “El Enano de Madrid”.
En 1867 sale otro periódico taurino de gran repercusión: “El Mengue”, cuyo redactor y director fue Mariano Garismán Blanco que firmaba bajo el seudónimo de “Mariané”. El periódico usaba un lenguaje duro, audaz y a veces hasta violento, pero lo hacía con inteligencia y gracia. Criticaba el toreo de adornos y filigranas, de recortes y quiebros. Esta era la época en que había una apasionante rivalidad en la afición entre los partidarios de El Tato y los de El Gordito.
En estos años Madrid supera de manera abismal al resto de España en cantidad y calidad de periódicos y semanarios taurinos. No obstante hay que resaltar que en Sevilla y Cádiz había en estos años algunas importantes publicaciones que vale la pena reseñar. En Sevilla se publicaba “Cartas de Don Florencio” de Policarpo Cantaclaro, que no era otra cosa que una mera imitación de las “Cartas Taurómacas” de Velázquez y Sánchez anteriormente citado. En Cádiz se publicaba por estos años (1875) “El Chiclanero. Revista Taurina”. En esa ciudad andaluza unos años antes (1852) se publicaban varias cabeceras taurinas de renombre en la zona “El Látigo”, y otras como “Cartas Taurómacas”, “El Criticón” (1856) y “Antón Perulero” (1864). En Barcelona por ejemplo, la primera revista taurina no apareció hasta 1852 y su nombre era “La Lid”, que por cierto duró bien poco. En 1863 salió otra publicación que se llamaba “Fra-Diávolo”.
En Madrid alcanzaron notoriedad “El Tábano” fundado en 1870 por José Santa Coloma, que firmaba con el seudónimo de “Pilatos” y estuvo en la calle durante 11 años. Hay que decir que este tal “Pilatos” fue mejor aficionado que escritor ya que sus escritos dejaban mucho que desear en cuanto a calidad literaria. “El Tío Jindama” fue una revista taurina muy popular y de larga vida que vio la luz en 1879. Por estos años del siglo XIX sale a la luz la mejor revista de toda esta época y que abre nuevos caminos para el futuro de la prensa taurina por su calidad en la edición y en sus cuidados contenidos. Fue el espejo en el que se mirará toda la prensa taurina del siguiente siglo. Me refiero a “La Lidia”, editada por Julián Palacios, que tuvo la habilidad de introducir los más sofisticados medios técnicos de imprenta que había en esos años y todas las mejoras registradas en las artes gráficas y que perdurarían ya hasta bien pasada la mitad del siglo XX. Fue sin lugar a dudas el mejor periódico de la época por su calidad en el papel y su cuidada edición. Introdujo por primera vez en una publicación periódica el color, y publicó en el transcurso de su larga vida una colección de estampas con escenas taurinas a color que desde entonces han sido objeto de la especulación entre coleccionistas de diferentes siglos. Por este periódico pasaron las firmas más acreditadas: colaboraciones de escritores taurinos afamados, revisteros, aficionados y verdaderos eruditos y maestros como: Carmena y Millán, el Doctor Thebussem, Sánchez de Neira, Pascual Millán, Martos Jiménez alias “Alegrías”, Peña y Goñi, Mariano de Cavia que era conocido por el seudónimo de “Sobaquillo”... A raíz de estos adelantos tecnológicos referentes a las artes gráficas, comienza a evolucionar también el cartel taurino, que va a ser sin duda un reflejo del diseño gráfico e industrial de cada época.
La historia del toreo de estos años va íntimamente ligada a la historia del periódico “La Lidia”, y otras muchas publicaciones, aprovechando el tirón de este magnífico medio de comunicación y de los adelantos técnicos en cuanto a artes gráficas se refiere, salen a la calle en busca de nuevos públicos con otras cabeceras. Unos son diarios y otros de carácter semanal: “El Arte de la Lidia” (1833), “La Nueva Lidia” (1884), “Pan y Toros” (1896). En Sevilla corren los mismos aires que en Madrid. Allí salen a la calle “El Arte Taurino” (1896), “El Arte Andaluz” (1894). Pero sin duda, ninguna de estas publicaciones logra la vida dilatada y el prestigio y calidad de “La Lidia”, que tras su muerte, reapareció de nuevo en 1914 en su segunda etapa, con el mismo empuje y el mismo prestigio que en la primera.
Aprovechando los adelantos técnicos de fotograbado e imprenta a finales del siglo XIX sale una importante revista: “Sol y Sombra” (1897), que cobijó entre sus páginas a escritores como Guillén Sotelo que firmaba con el seudónimo de “El Bachiller González de Ribera”, o revisteros como Eduardo Rebollo alias “El Tío Campanita”, incorporando además ya algo nuevo en la Historia del Periodismo español, que es la creación de corresponsalías en Sevilla y Barcelona. Sus dueños eran los Carrión y se mantuvo en la calle durante 20 años sin decaer, y cuando lo hizo, aún tuvo una segunda época bajo la dirección de Valentín Bejarano, gran escritor taurino, hasta que con la muerte de este en 1940 murió con él la afamada revista. Este fue el final de esta primera etapa del periodismo taurino, que dará paso a la siguiente en la que las grandes cabeceras dejarán de tener protagonismo para dárselo a las firmas de los periodistas de diarios de información general que incorporaron sus estafetas taurinas entre sus columnas. Una época sin duda apasionante desde el punto de vista periodístico e histórico. Continuará…
Fuente. /// http://rafazubi52.blogspot.com/ “Larga Cordobesa”
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