miércoles, abril 21, 2021

UNA LIGA TAURINA…

Pregón de toros

El Ruedo.  El semanario grafico de los toros

Año XXVII. — Madrid, 21 de abril de l970—Número 1.348  p. 3

Esto de liga me suena, y también lo de taurina, pero las dos juntas disuenan, y, sin embargo, así ha bautizado Manuel Benítez a la organización de una serie de espectáculos de noveles, con el objeto de ofrecer oportunidades a quienes no las tienen, para enriquecer y renovar el escalafón taurino. El Sindicato Nacional del Espectáculo, en combinación con Televisión Española, quieren dar auge, al parecer, a esta liga taurina que el torero de Palma del Río describió a un colega de "Hoja del lunes de Sevilla”.

Se trata, sin duda, de reavivar el interés del público, algo alejado de los espectáculos taurinos. Con todos los respetos para quienes se proponen dar aliento a esta iniciativa de la liga taurina, dudo mucho de su resultado final. Es decir, no dudo de que estos festejos, cada uno de por sí, lleven muchos espectadores a las plazas en que se celebren; dudo ten sólo de que surja de ellos la anhelada figura que galvanice el decaído interés por la Fiesta.

Si tal figura existe en potencia surgirá sola, con liga o sin liga, e incluso sin necesidad de hacer un espectacular lanzamiento semejante al que hizo el famoso Pipo de Cordobés. Las figuras siempre surgieron por sus propios méritos, en tanto hallaron el beneplácito del público, que da los verdaderos espaldarazos, que rápidamente se reflejan en las taquillas. No fue don José Flores quien creó la aureola de Manolete, sino el propio Manolete. Camará era entonces, cuando tomó a su cargo a Manolete, un torero retirado o casi retirado, cuyo nombre se recordaba todavía, pero carente de influencias para imponerlo a las Empresas. Su fama la alcanzó paralelamente al compás de los éxitos de su poderdante. Que luego se acreditase como un escrupuloso y honrado administrador y demostrase un excepcional talento para dirigirlo, es otra cuestión.

Eso de la igualdad de oportunidades es una espléndida fórmula para promover la cultura de todos los españoles; pero no me parece de aplicación al toreo. Los puestos son limitados necesariamente, tanto en veinte como en cuarenta o más espectáculos y, ¿qué títulos habrán de exigirse para cubrirlos, o qué examen previo habrán de realizar para seleccionar a sus ocupantes? Centenares de aspirantes se queda-rían en la cola sin ocasión para probar una valía exclusivamente acreditada por sus palabras. Aparte de esta realidad sólo la suerte decidiría la posterior se-lección de unos pocos de los afortunados llamados a participar en los proyectados festejos, para disputarse "la final de liga" con tufillo a fútbol.  La auténtica figura en potencia pudiera quedar marginada tanto en la previa selección como en el confrontamiento de sus posibilidades.

En fin, no se tome esto como previa censura de una iniciativa que puede, al menos, fomentar el número de festejos baratos que den acceso a los graderíos de gentes económicamente débiles. ¡Y a los niños!, si se les autoriza, como sería lógico, para buscar un auténtico crecimiento de la afición. Estos podrían ser los mejores objetivos de la "liga taurina" si, de paso, se celebraba en cosos de todas las categorías y se procuraba también la correcta presentación de los alevines toreros. Los trajes de luces acoplados a las medidas de los actuantes constituyen el primer aliciente del espectáculo. 

El segundo aliciente lo constituye, o debiera constituirlo, un ganado solvente y bien seleccionado, que no obstaculizase la actuación de los noveles. Otra cosa sería repetir un espectáculo que movía a risa y a pena. Ver a los torerillos derribados en la arena o volteados en el aire, vestidos grotescamente con trajes de luces desvaídas, sedas desgarradas y medidas desproporcionadas, no son alicientes para pro mover afición a una Fiesta como la de los toros, caracterizada en gran parte por su lujo inicial. Los propios torerillos se sentirían más seguros, más responsables, más poseídos del papel que iban a representar. ¿Se ha pensado en todo esto? Pues adelante entonces.

 

 

 

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