Han pasado 139 años de aquel primer número y su propósito cada día más vigente, todo un ejemplo de hacer periodismo taurino…
Nuestro propósito.
Como no; venimos; a luchar en la candente arena política, y sí solo a defender los fueros de un arte que constituye la afición favorita del pueblo español, nos presentamos ante el público libre de envidias y rencores, sin más objeto que merecer sus plácemes y hacernos dignos de su benévola acogida.
Mortificando algo nuestra proverbial modestia, nos presentamos, un tanto engreídos por la vanidad ó alguna pasioncilla, ó así que se le parezca, ya que nos atrevemos á firmar que LA LIDIA, nuestra Revista taurina, es el mejor periódico que por su riqueza en el papel, propiedad y elegancia en su dibujo y por todas sus condiciones artísticas, De nada servirían estos esfuerzos, ó como se suele decir, estos dibujos, si al reconocido mérito de su confección no acompañase un texto apropiadamente escrito, ya que á pocas galas retóricas ó á escasísimas galas de estilo puede prestarse una literatura que debe tener tanto de verdá, como de verdad deben ser los lances y suertes á que su crítica vaya encaminada.
Y ya que de crítica se trata, prometemos, pues, lanzar á la luz pública un número al día siguiente de cada corrida de toros habida en Madrid, con una revista detallada, circunspecta, más que todo, justi-preciadora e todos los resultados que en ella tengan lugar, atento siempre nuestro criterio á aquel que sugiere la justicia y nos aconseja nuestro propio decoro.
La pluma de Alegrías, que este es el nombre, si no de pila, por lo menos de fiesta de nuestro revistero, no conoce la alevosía ni el ensañamiento, ni se halla movida por determinadas pasiones, ni obedece ni obedecerá nunca á sugestiones parciales de personalidades ó de partido. Nuestra crítica ha de ser justa, prudente, imparcial que tanto estimulen á las personas, objeto de nuestra censura, como distinga nuestra conducta y honre nuestra publicación.
Queremos como el antiguo y bien pensado Mengue, siendo éstas las bases de nuestro programa de gobierno, "el sufragio universal taurino en su más libérrima expresión; así es, que admitiremos cuantas enmiendas, interpelaciones, votos particulares y peticiones se presenten aceptando la libre discusión, menos con aquellos que suelen discutir en tonto".
Deseamos para la empresa una ganancia segura, pero desde luego protestamos de todo acto atentatorio a los intereses del público. Ambicionamos para los matadores todo género de felicidades; pero si no pasan y pasan mucho, si no arrancan corto y derecho, y si no dirigen sus respectivas cuadrillas con inteligencia y acierto, pediremos en defensa de los fueros del arte, multas, rescisiones de contratos y cuantas penas puedan empañar la reputación que cada uno disfrute.
Ha de ser también nuestra publicación espejo fiel del arte taurómaco en sus respectivas edades: así es, que insertaremos en sus columnas, además de documentos, datos y anécdotas del mayor interés, una sección importantísima de toreo antiguo y moderno, en la que se reseñen las revistas de toros donde los diestros que ya han legado su nombre á la fama tomaron activa parte, y sirva esto de, lección y curiosidad al artista y al aficionado.
Después de estas observaciones y todas estas promesas, no nos es dado esperar sino la primera corrida. Se nos antoja que la temporada ha de ser rica en peripecias.
Esto aumentará el interés de nuestros escritos. Con que el cartel de nuestro abono fijo está ya. La plaza rebosa de gente, sonó la hora del despejo y el público corre presuroso, á sus asientos.
El presidente hace la señal. Comienza nuestro
lápiz su tarea. ¡Matadores, cada cual á su puesto!
La Redacción.
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