"Joselito” preparado para el paseíllo, detrás se distingue claramente a Blanquet. Óleo de Ruano LLopis que se encuentra en el Museo Taurino de la plaza de Acho"
Corrida imposible, 19 enero 1920, viendo el cariz de los acontecimientos, Joselito subió a la presidencia y propuso la suspensión de la corrida y le entrega a la beneficencia de los miles de soles recaudados en taquilla, como así se hizo.
"El 21 de diciembre 1919, la buena afición de Lima pudo ver definitivamente al gran torero que había llegado de España. Con toros de la misma ganadería (La Rinconada de Mala), y esta vez con Curro Vázquez y Angelete, Gallito pudo con la mansada y cortó tres orejas entre el delirio de los aficionados peruanos.
Otras siete corridas más toreó Joselito esa temporada en la plaza de Acho. Salvo en la del 19 de enero, en todas lidió ganado nacional, de la citada vacada de La Rinconada de Mala, de origen criollo y propiedad del doctor Jesús Asín, y de la de El Olivar, veragüeña de procedencia y en manos de Celso Vázquez.
Se trataba de las pioneras de aquel país, cuyos toros, a tenor de los documentos gráficos de las actuaciones de Gallito, se lidiaron muy justos de carnes, luciendo aparatosas cornamentas y una variedad de pelos muy vazqueña.
Eran toros sin refinar genéticamente, de los que José solía matar varios a puerta cerrada en el viejo coso entre actuación y actuación."
"Así era la antigua plaza de toros de Lima. Aquella en la que toreó Joselito" Fotografía. eldesjarretedeacho.blogspot.com
"De domingo a domingo, Joselito disfrutaba en Lima de mucho tiempo libre. Entrenaba, montaba en bicicleta -existe así una famosa fotografía en el mismo ruedo de Acho-, jugaba al frontón y, sobre todo, hacía mucha vida social y galante.
En el ruedo sucedió de todo. La mansedumbre del ganado no garantizaba en lo más mínimo los buenos resultados de los festejos, pero la mayoría de las tardes, la gran seguridad del maestro de Gelves contribuía al cien por cien al éxito de las corridas. Aunque hubo ocasiones en que resultó imposible, como la del 19 de enero, cuando el escasísimo trapío y la mansedumbre de un encierro mexicano motivo al público a echarse al ruedo en una protesta multitudinaria.
Viendo el cariz de los acontecimientos, Joselito subió a la presidencia y propuso la suspensión de la corrida y le entrega a la beneficencia de los miles de soles recaudados en taquilla, como así se hizo.
A la penúltima de sus actuaciones asistió el presidente de la República, Augusto Leguía, a quien el diestro español brindó la muerte de un toro de La Rinconada del que cortó la oreja. El mandatario correspondió al detalle invitándole a cenar en el Palacio Presidencial.
Y por fin, el 8 de febrero, tras actuar en una novillada para las cuadrillas y en un festival "pro Aviación" local, Joselito toreó la corrida de su "beneficio", una costumbre que en esos tiempos impusieron todos los toreros españoles que actuaban en las plazas americanas. Lidió en solitario seis toros de El Olivar y un sobrero que cedió al torero local Alberto Fernández (Cachucha). Cortó cinco orejas y un rabo y la prensa dijo que hizo de todo, "y de todo magníficamente hecho. Sólo le ha faltado hacer de picador y de toro"
Fuente: Joselito el Gallo. El rey de los toreros, de Paco Aguado.
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