www.abc.es La que parecía una tarde sin mucho
discurso emotivo se dio la vuelta con el cuarto y el quinto toro... El cuarto
era ingobernable, pero Ponce
(le sobra clase, experiencia y conocimiento torero) supo quebrar a un toro que
no ofrecía recorrido. Y lo hizo toreando
a la antigua, como vemos en los vídeos de toreros centenarios.
Fue puro argumento gallista. Quebrar al toro para mandar, toreando a la antigua,
agarrando los pitones del cuarto, doblándose con el toro. Un momento de verdad. Cuatro minutos de intensidad añeja.
Cosechó merecidos aplausos de un público que le reconoce lo que vale. Lo vi a
Enrique en Valencia, una tarde que tenía libre en su tierra, en los años de Los
Rodríguez. Eso son más de veinte años.
Pero el
pasmo, el susto, la torería heroica, los puso el francés Sebastián
Castella «el gallo». A la primera de cambio el toro lo embistió con
brutalidad, se lo llevó puesto, lo tuvo como a un muñeco y Castella quedó
descompuesto en la arena durante segundos que se hicieron eternos. Ponce llevó
al toro al caballo, mientras Castella se recuperaba. Milagrosamente, se llevó
una herida en un talón, lo vendaron y volvió al toro para colocarlo, con
estética, para el segundo puyazo. Y torear. Citando al toro desde lejos,
pasándoselo por la espalda, toreando de rodillas, por lo bajo y en redondo. Fulminó
al mejor toro de la tarde con una reverenda estocada que le valió la
pañolada del respetable exigiendo ya no una oreja, sino dos. Una Puerta Grande
al valor, a la torería. Protestada por el tendido crítico (el siete), pero bien
ganada con la vida misma al límite... Para ir caminando (y por su propio pie) a
la enfermería.
Un silencio emocionante
Lo de Enrique Ponce fue una lidia de doctor
en tauromaquia, nos permitió asomarnos en el torero antiguo de Joselito y dejó
muchos detalles de torería poncista. Lo de Castella fue torero y heroico,
herido y toreando. Por dos momentos quedó la plaza muda, un silencio de
23.000 personas. Un silencio espeso, emocionante.
Nos sentamos en la barrera del tendido 2 con
Félix Redondo (que inspiró al personaje Samuel Sardinas y algunos versos de
la canción Rehenes), al lado de Manolo Molés, catedrático y divulgador
de la tauromaquia .. Un gran señor a quien adeudo mucho de lo que vi en Las
Ventas antes del beneficio de mi amistad con toreros y empresa.
La empresa nos convidó esta tarde con dos asientos
de categoría. En la misma barrera que Alfredo Relaño (catedrático pero
de cuestiones balompédicas) y Adolfo Suárez, hijo de Adolfo Suárez. Nos
dura el susto... Y dura la gloria que se lleva en andas a Sebastián a
recuperarse del porrazo. Vimos a la muerte pasearse insatisfecha por Madrid.
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