lunes, febrero 10, 2014

Los Aranguez y Campo Largo, sortilegio y encanto de dos bravuras astadas



Por: Jesús Araujo   ”Castoreño”

Fin de semana de andadura taurina con rumbo norte hacia Los Aranguez en Carora y Campo Largo  Yaracuy para presenciar el rito de la tienta o selección de la bravura.

La árida tierra Caroreña tiene en sus predios un rancho bravo con visos de estudio cinematografico, allí, en medio de tunales, altas polvaredas y casa de mohosas tejas están Los Aranguez, querencia del criador Dr. Ramón Riera y sus hijos, predio de seca belleza dado el verano en el cual estuvimos un grupo de toreros Merideños prestos a mitigar su afición ante las imponentes vacas de este recio ganadero.

Apartó  el ganadero siete vacas hechas con una arboladura de respeto que fueron manjar para los toreros,  pues las mismas, castañas de pelaje y una burraca comoda, no se cansaron de embestir a las telas toreras de sus lidiadores, aparte que se arrancaban al caballo desde lejos.

Estuvo hecho un jabato Leonardo Rivera, entrega decidida con miras al compromiso del Sol, muy puesto, seguro de lo que hacia con pasmosa quietud ante los puñales que enfrentaba. Sudó, sonrió y nos dio cátedra de buen hacer, premonición en letras que habla de un triunfo grande.

Muy bien anda Alexander Guillen, elegante en el hacer, nos brindo florituras plausibles en medio de una labor admirable, su res, tan impresionante como la primera, nos dejó  ver a un torero “hediondo“ a triunfo, cosa que se hará realidad cuando de luces, despliegue el capote en la plaza de su doctorado.
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Johnatan Guillen tiene unas hechuras a escrutar,  sereno, serio y decidido, hizo una labor coreada de oles sordos que alegraron a los ganaderos en el palco de la casa, hambriento de romper como figura, también demostró que es gallo para lo que salga y para con quien lo pongan, seguros estamos que así será.

No cabía de alegría Fabián Ramírez al ver a sus alumnos hacer las cosas con entereza y seso. Entregado estuvo Alejandro Mejía, arrancó  aplausos Luis Vergara con su quietud, se reencontró con si mismo Jeyson Quintero al ligar con propiedad y sorprendió Fernando Sulbaran al ponerse por primera vez delante de los pitones de una res y quedarse quieto como un poste,  haciendo lo mismo David Osorio quien demostró el espartano valor heredado de su tío Enrique Torres.

José Antonio Salas tiene hechuras y resuelve la papeleta con inteligencia, pego muletazos de importancia, dibujando sobre la arena pases ceñidos y largos el Mexicano Mirafuentes de Anda, aderezando el examen Fabián Ramírez que se entretuvo en torear con suavidad, poco pero con clase, colofonando la tienta el siempre inefable Leonardo Salas que toreo con quietud y entereza como en sus tiempos de novillero.
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De chofer anduvo Enrique Davila, no solo el volante maneja bien, pues se bajo del palco y manejo la capa como cuando se viste de plata, sobre la grupa hiriente estuvo Sergio motivado con el logro, todo fue alegría y al regresar por la negra cinta de la carretera, se oían palmas en la van que llevaba a los toreros… Entre tunales y sol, pastan toros de primera, pertenece esta divisa, a la casa de Los Riera.

Los kilómetros se achican pues la alegría se hace grande, al amanecer del otro dia, los cauchos enfilaron rumbo a Campo Largo para probar suerte con otro encaste y otra embestida. La finca es un sortilegio de belleza, sus pastos un tanto marchitos por el verano permitían ver novillos de levante desde muy cerca, para luego saludar a Don Juan,simpatico,dialogante y señor, quien aparto seis hermosas becerras castañas para el rito delicado y difícil de la escogencia de bravura.

Becerras con “motor en las patas” resultaron incansables y de hocico blindado, pues en ningún momento lo abrieron en señal de cansancio instrumentándole los toreros faenas al papel carbón como las del día anterior que fueron objeto de halagos y alientos para el ganadero y los actuantes, hiriendo los lomos el versado en años Don Mario Gonzalez, dueño de la plaza portátil La Esperanza.

Gentil y deferente Don Ramón Riera, su señora esposa y su hijo, dialogante y agradable Don Juan campo Largo, dueños de unos lares envidiables donde la diosa natura templa sus laudes, pues la quietud de una cristalina laguna que sirve de abrevadero para las reses, así lo indican, quedando a la espera que tan atentos caballeros, timbren sus teléfonos en procura de nueva visita.

En una campiña bonita… de sortilegio y letargo…se crían los bravos toros…del  hierro de Campo Largo.

Esta andadura inolvidable se la debo al siempre deferente Leonardo Salas, ilusionado con la actuación en la novillada nocturna del Sol de su hijo José Antonio,  esperando visitar otros parajes ya conocidos para plasmar en letras, la belleza de sus tierras, la hermosura de sus toros y la deferencia de sus dueños…Va por Uds.…Castoreño en mano.

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