Por: Jesús Araujo ”Castoreño”
Fin de semana de andadura taurina
con rumbo norte hacia Los Aranguez en
Carora y Campo Largo Yaracuy para presenciar el rito de la
tienta o selección de la bravura.
La árida tierra Caroreña tiene en
sus predios un rancho bravo con visos de estudio cinematografico, allí, en
medio de tunales, altas polvaredas y casa de mohosas tejas están Los Aranguez, querencia del criador Dr. Ramón Riera y sus hijos, predio de
seca belleza dado el verano en el cual estuvimos un grupo de toreros Merideños
prestos a mitigar su afición ante las imponentes vacas de este recio ganadero.
Apartó el
ganadero siete vacas hechas con una arboladura de respeto que fueron manjar
para los toreros, pues las mismas,
castañas de pelaje y una burraca comoda, no se cansaron de embestir a las telas
toreras de sus lidiadores, aparte que se arrancaban al caballo desde lejos.
Estuvo hecho un jabato Leonardo Rivera, entrega decidida con
miras al compromiso del Sol, muy puesto, seguro de lo que hacia con pasmosa
quietud ante los puñales que enfrentaba. Sudó, sonrió y nos dio cátedra de buen
hacer, premonición en letras que habla de un triunfo grande.
Muy bien anda Alexander Guillen, elegante en el hacer, nos brindo florituras
plausibles en medio de una labor admirable, su res, tan impresionante como la primera,
nos dejó ver a un torero “hediondo“ a triunfo,
cosa que se hará realidad cuando de luces, despliegue el capote en la plaza de su
doctorado.
.
Johnatan Guillen
tiene unas hechuras a escrutar, sereno, serio
y decidido, hizo una labor coreada de oles sordos que alegraron a los ganaderos
en el palco de la casa, hambriento de romper como figura, también demostró que
es gallo para lo que salga y para con quien lo pongan, seguros estamos que así
será.
No cabía de alegría Fabián Ramírez al ver a sus alumnos
hacer las cosas con entereza y seso. Entregado estuvo Alejandro Mejía, arrancó aplausos Luis
Vergara con su quietud, se reencontró con si mismo Jeyson Quintero al ligar con propiedad y sorprendió Fernando Sulbaran al ponerse por primera
vez delante de los pitones de una res y quedarse quieto como un poste, haciendo lo mismo David Osorio quien demostró el espartano valor heredado de su tío Enrique Torres.
José Antonio Salas
tiene hechuras y resuelve la papeleta con inteligencia, pego muletazos de importancia,
dibujando sobre la arena pases ceñidos y largos el Mexicano Mirafuentes de Anda, aderezando el examen Fabián Ramírez que se entretuvo en
torear con suavidad, poco pero con clase, colofonando la tienta el siempre
inefable Leonardo Salas que toreo
con quietud y entereza como en sus tiempos de novillero.
.
De chofer anduvo Enrique Davila, no solo el volante maneja bien, pues se bajo del palco
y manejo la capa como cuando se viste de plata, sobre la grupa hiriente estuvo Sergio motivado con el logro, todo fue
alegría y al regresar por la negra cinta de la carretera, se oían palmas en la
van que llevaba a los toreros… Entre tunales y sol, pastan toros de primera,
pertenece esta divisa, a la casa de Los
Riera.
Los kilómetros se achican pues la
alegría se hace grande, al amanecer del otro dia, los cauchos enfilaron rumbo a
Campo Largo para probar suerte con
otro encaste y otra embestida. La finca es
un sortilegio de belleza, sus pastos un tanto marchitos por el verano
permitían ver novillos de levante desde muy cerca, para luego saludar a Don Juan,simpatico,dialogante y señor,
quien aparto seis hermosas becerras castañas para el rito delicado y difícil de
la escogencia de bravura.
Becerras con “motor en las patas” resultaron incansables y de hocico blindado,
pues en ningún momento lo abrieron en señal de cansancio instrumentándole los
toreros faenas al papel carbón como las del día anterior que fueron objeto de
halagos y alientos para el ganadero y los actuantes, hiriendo los lomos el
versado en años Don Mario Gonzalez,
dueño de la plaza portátil La Esperanza.
Gentil y deferente Don Ramón Riera, su señora esposa y su hijo,
dialogante y agradable Don Juan campo Largo, dueños de unos lares
envidiables donde la diosa natura templa sus laudes, pues la quietud de una
cristalina laguna que sirve de abrevadero para las reses, así lo indican,
quedando a la espera que tan atentos caballeros, timbren sus teléfonos en
procura de nueva visita.
En una campiña bonita… de sortilegio
y letargo…se crían los bravos toros…del
hierro de Campo Largo.
Esta andadura
inolvidable se la debo al siempre deferente Leonardo Salas, ilusionado con la actuación en la novillada
nocturna del Sol de su hijo José Antonio,
esperando visitar otros parajes ya conocidos
para plasmar en letras, la belleza de sus tierras, la hermosura de sus toros y
la deferencia de sus dueños…Va por Uds.…Castoreño en mano.
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