Luis Escalante “Veneno”, el celoso
guardián de cualquier espectáculo público y privado, especialmente en las
plazas de toros, ya no está con nosotros, se fue al más allá.
Por: Homero Duarte. Corona El celoso portero, el sempiterno guardián
de la puerta principal de cualquiera de las principales plazas de toros de
Venezuela, escenarios deportivos, clubes sociales o donde le llamaran para
prestar sus servicios, Luis Fernando Escalante, mejor conocido como “Veneno”,
apelativo que le fue dado ante lo celoso y estricto en el cumplimiento de su
deber, partió al más allá.
La
pequeña figura de este sancristobalense, de 88 años de edad, con más de medio
siglo de intenso trajinar, ya no estará más de cuerpo presente en la puerta
principal para el ingreso al callejón de la plaza Monumental de Pueblo Nuevo,
en el marco de la Feria Internacional de San Sebastián; tampoco en Mérida, en
Maracaibo, Maracay, Caracas, Valle de la Pascua o en cualquier otro escenario
donde le llamaran.
Un
aciago e insólito accidente de tránsito truncó la vida del humilde hombre,
padre de nueve hijos, además de abuelo y bisabuelo, el pasado domingo, en las
primeras horas de la noche, en la avenida Marginal del Torbes, cerca del
elevado de Puente Real, luego de regresar de pagar una promesa al Santo Cristo
de la Grita.
Hugo
Alberto Molina, empresario taurino, se mostró compungido, contó al periodista
alguna de la tantas anécdotas de las que fue testigo, mientras “Veneno” trabajó
para su padre, el empresario taurino Hugo Domingo Molina, en San Cristóbal y
otros estados del país.
Una
de sus hijas menores dijo que también era amante del comercio informal, siempre
“vendía sus cositas”, esto para llevar de alguna forma el sustento a su hogar,
que lo hacía mucho más humano y hombre de bien.
Su
seriedad, responsabilidad, don de gente y en ocasiones irreverente, forman
parte del legado que deja este hombre, que el próximo 1 de diciembre arribaría
a 89 años; una huella imborrable, como pocos en este sagrado deber de hacer
respetar una puerta de entrada de cualquier espectáculo, público o privado.
Enrique
Ponce, una de las grandes figuras del toreo universal, también Tomás Campuzano,
ya retirado del mundo del toro, son sus compadres, y desde España, a través de
Twitter y mensajes de texto, amén de llamadas telefónicas, se unieron al duelo
que embarga a su familia y a los taurinos del Táchira y el país.
Era
el ser más feliz de los mortales cuando recibía una placa o cualquier
reconocimiento por su destacada labor, contó Hugo Alberto Molina. En una de las
corridas de la Fiss de este año le fue entregada una placa, para de inmediato
dar una vuelta al ruedo, como cualquier torero triunfador, enseñando el trofeo,
como diciendo: “yo también soy grande, me merezco esto y mucho más”.
El
pasado martes, en un paréntesis cuando era llevado a su última morada en el
cementerio Metropolitano, se le cumplió su último deseo; al igual que un
diestro triunfador después de una faena apoteósica, Luis Escalante “Veneno”,
también le dio la vuelta al ruedo de la Monumental de Pueblo Nuevo, a hombros
de sus amigos y familiares, como homenaje póstumo a un hombre que tanto le dio
a la fiesta del toro desde su humilde posición de portero o celoso guardián.
Paz a su alma.
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