Cali (Colombia), 31 Dic. (EFE).- El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza consiguió hoy un histórico triunfo en la sexta corrida de la feria de Cali, Colombia, al indultar un toro de Ernesto González en un hecho insólito, pues no existen antecedentes de que un animal para rejones se le perdone la vida.
Hermoso de Mendoza paseó dos orejas y un rabo simbólico.
Los máximos trofeos posibles que en Cali no se cortaban desde hace más de tres décadas.
Pero lo sucedido en el ruedo no alcanzó semejantes niveles. Todo lo contrario. Se premiaron cosas intrascendentes, y poco caso se hizo a lo más puro y verdadero, eso que llevó el sello del mexicano Arturo Saldívar.
Debutante en Cali, el torero azteca se llevó el peor lote del muy serio encierro de Ernesto González Caicedo. Dos toros que desarrollaron los defectos del encaste Santacoloma, pero que no fueron obstáculo para que el torero pusiera eso, verdad y valor, un sereno y frío valor.
Su primero no tenía un muletazo y Saldívar estuvo allí para intentar lo imposible. Además, se puso firme y se lo pasó cerca. Incluso daba miedo todo lo que quería hacer en el ruedo.
En el quinto, un toro muy peligroso, que no solo probaba sino que sabía perfectamente donde estaba el torero, le propinó una fuerte y fea voltereta. Saldívar se levantó sin mirarse.
El público y los toreros españoles no hacían más que darse el feliz año, pues eran la seis de la tarde (hora local), y en Europa ya se encontraban comiendo las doce uvas. Ellos se lo perdieron. Los pocos que atendieron al ruedo comprobaron el valor de Saldívar. Entre los pitones, insistía en embestidas imposibles. Se lo pasó tan cerca que muchas veces había que cerrar los ojos para no pensar en lo peor. Pocos se enteraron.
En cambio, hay que encontrar muchas explicaciones para entender porque José Fernando Alzate, el torero colombiano del cartel, salió en hombros. Y nada más ni nada menos que con tres orejas. Es cierto que puso disposición. En todo momento.
Pero el lote que le correspondió, acaso el mejor de la feria, era de consagración. Pero no bastaba con cortar tres orejas. Era un lote para torear, levar con largura y pausa unas embestidas incansables y de categoría. Alzate lo intentó.
En el primer toro con templanza, pero en series tan cortas que no pasaban de cuatro muletazos cuando el material era para rebosarse.
La estocada fue perfecta, no solo de colocación, sino de extraordinaria ejecución. Eso precipitó que le dieran dos orejas, Una exageración.
El cuarto de la tarde, toro con más calidad si se quiere, tenía todo para trascender, pero no encontró las manos que lo condujeran a ello.
Alzate en este estuvo más perdido, pegando pases, muchos, pero ninguno que conmoviera. Pinchó y le dieron una oreja.
Tampoco se encuentra explicación en el último capítulo de la tarde. Pablo Hermoso de Mendoza indultó un toro. Un astado para rejones. Algo insólito que obliga a buscar en el Cossío algún antecedente.
Pero Hermoso lo consiguió y con ello sumó un hito para su legendaria historia. Su faena fue intensa, y el toro muy colaborador. Lo templó como él solo sabe hacerlo, al hilo de las tablas, y cambiando su viaje en terrenos tan comprometidos.
Pero de ahí a que esa tarde se encumbrara en la historia, es otro cuento. Cosas de Cali, de la fiesta que se armó en la plaza por el fin de año, a tal punto que Hermoso de Mendoza fue sacado a hombros por los toreros españoles que por estos días andan en la feria de Cali.
Ficha Cali, 31 de diciembre
Sexta de abono
Tres cuartos de entrada.
Seis toros de Ernesto González Caicedo, dos de ellos para rejones. Muy serios y cuajados. Extraordinarios por su bravura los lidiados en primero y cuarto lugar. Muy colaborador el sexto, que fue indultado, e imposibles segundo y quinto.
José Fernando Alzate: dos orejas y oreja
Arturo Saldívar: silencio y saludo desde el tercio
Pablo Hermoso de Mendoza: silencio y dos orejas y rabo simbólicos, tras indultar al sexto.
Hermoso de Mendoza paseó dos orejas y un rabo simbólico.
Los máximos trofeos posibles que en Cali no se cortaban desde hace más de tres décadas.
Pero lo sucedido en el ruedo no alcanzó semejantes niveles. Todo lo contrario. Se premiaron cosas intrascendentes, y poco caso se hizo a lo más puro y verdadero, eso que llevó el sello del mexicano Arturo Saldívar.
Debutante en Cali, el torero azteca se llevó el peor lote del muy serio encierro de Ernesto González Caicedo. Dos toros que desarrollaron los defectos del encaste Santacoloma, pero que no fueron obstáculo para que el torero pusiera eso, verdad y valor, un sereno y frío valor.
Su primero no tenía un muletazo y Saldívar estuvo allí para intentar lo imposible. Además, se puso firme y se lo pasó cerca. Incluso daba miedo todo lo que quería hacer en el ruedo.
En el quinto, un toro muy peligroso, que no solo probaba sino que sabía perfectamente donde estaba el torero, le propinó una fuerte y fea voltereta. Saldívar se levantó sin mirarse.
El público y los toreros españoles no hacían más que darse el feliz año, pues eran la seis de la tarde (hora local), y en Europa ya se encontraban comiendo las doce uvas. Ellos se lo perdieron. Los pocos que atendieron al ruedo comprobaron el valor de Saldívar. Entre los pitones, insistía en embestidas imposibles. Se lo pasó tan cerca que muchas veces había que cerrar los ojos para no pensar en lo peor. Pocos se enteraron.
En cambio, hay que encontrar muchas explicaciones para entender porque José Fernando Alzate, el torero colombiano del cartel, salió en hombros. Y nada más ni nada menos que con tres orejas. Es cierto que puso disposición. En todo momento.
Pero el lote que le correspondió, acaso el mejor de la feria, era de consagración. Pero no bastaba con cortar tres orejas. Era un lote para torear, levar con largura y pausa unas embestidas incansables y de categoría. Alzate lo intentó.
En el primer toro con templanza, pero en series tan cortas que no pasaban de cuatro muletazos cuando el material era para rebosarse.
La estocada fue perfecta, no solo de colocación, sino de extraordinaria ejecución. Eso precipitó que le dieran dos orejas, Una exageración.
El cuarto de la tarde, toro con más calidad si se quiere, tenía todo para trascender, pero no encontró las manos que lo condujeran a ello.
Alzate en este estuvo más perdido, pegando pases, muchos, pero ninguno que conmoviera. Pinchó y le dieron una oreja.
Tampoco se encuentra explicación en el último capítulo de la tarde. Pablo Hermoso de Mendoza indultó un toro. Un astado para rejones. Algo insólito que obliga a buscar en el Cossío algún antecedente.
Pero Hermoso lo consiguió y con ello sumó un hito para su legendaria historia. Su faena fue intensa, y el toro muy colaborador. Lo templó como él solo sabe hacerlo, al hilo de las tablas, y cambiando su viaje en terrenos tan comprometidos.
Pero de ahí a que esa tarde se encumbrara en la historia, es otro cuento. Cosas de Cali, de la fiesta que se armó en la plaza por el fin de año, a tal punto que Hermoso de Mendoza fue sacado a hombros por los toreros españoles que por estos días andan en la feria de Cali.
Ficha Cali, 31 de diciembre
Sexta de abono
Tres cuartos de entrada.
Seis toros de Ernesto González Caicedo, dos de ellos para rejones. Muy serios y cuajados. Extraordinarios por su bravura los lidiados en primero y cuarto lugar. Muy colaborador el sexto, que fue indultado, e imposibles segundo y quinto.
José Fernando Alzate: dos orejas y oreja
Arturo Saldívar: silencio y saludo desde el tercio
Pablo Hermoso de Mendoza: silencio y dos orejas y rabo simbólicos, tras indultar al sexto.
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