Tomado de: cornadasparatodos.blospot.com. Con un entradón echó a rodar la temporada 'grande' --así la llaman-- de La Monumental de México. Ponce y los futuribles de la tauromaquia mexicana: Arturo Saldívar y Diego Silveti, que confirmaba alternativa. Hubo orejas, ¡un rabo! y dos sobreros de regalos.
Un Saldívar eléctrico había cortado dos orejas. Un Ponce más relajado, una. Y ninguna Silveti. Corrieron los sobreros de regalo: uno para Ponce; Saldívar ya con el triunfo se pidió otro y Silveti también pidió, pero ya no quedaba más toro para regalar. El segundo de la tarde había sido devuelto por impresentable y ya se había metido mano en corrales.
En el séptimo, el intento de Ponce por cerrar el triunfo quedó en ovación. Le había brindado a Antonio Tejero ese toro porque su peón de confianza se despedía del La Monumental. El apoderamiento de David Mora exige dedicación plena de cara a la próxima temporada. Antonio Tejero dio la vuelta al ruedo acompañado por su maestro Enrique Ponce.
Un Saldívar eléctrico había cortado dos orejas. Un Ponce más relajado, una. Y ninguna Silveti. Corrieron los sobreros de regalo: uno para Ponce; Saldívar ya con el triunfo se pidió otro y Silveti también pidió, pero ya no quedaba más toro para regalar. El segundo de la tarde había sido devuelto por impresentable y ya se había metido mano en corrales.
En el séptimo, el intento de Ponce por cerrar el triunfo quedó en ovación. Le había brindado a Antonio Tejero ese toro porque su peón de confianza se despedía del La Monumental. El apoderamiento de David Mora exige dedicación plena de cara a la próxima temporada. Antonio Tejero dio la vuelta al ruedo acompañado por su maestro Enrique Ponce.
Y al octavo, La Monumental convertida en auténtico manicomio, Arturo Saldívar le cortó el rabo a esto:
Ya todo daba igual. La catarsis en Insurgentes fue de aquella manera. Saldívar, que se había expresado bien sobre el escaso y noblón pitón derecho, dio con la tecla. Se quedó quieto y empezó a facturar circulares por la espalda, uno tras otro-. Dos y rabo. Ya todo daba igual.
Menos a Silveti, que se fue de vacío, mientras que Saldívar se iba con cuatro y un rabo. Toda una exageración que nada tiene que ver con la realidad. Pero claro, tras cuatro horas de corrida la vista se debe nublar. Los toros, por cierto, de San Isidro.
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