Novillos sin fuerzas y
comportamiento irregular
Suárez de San Cristóbal dejó en
la retina los muletazos de más profundidad de la tarde, mientras que Arellano,
de Tovare se hizo de los presentes tras una labor voluntariosa y entregada,
ante los ejemplares más potables del envío.
Importante tarjeta de
presentación en Pueblo Nuevo ha dejado con la divisa de El Pradoel espigado tovareño Reymer Arellano, pupilo del desaparecido Don Ricardo Mencía.
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ. Enviado Especial).- La curiosa circunstancia de cerrar feria con
una novillada da a entender el nivel y circunstancias por la que ha
transcurrido la edición de este año de la cita taurina sancristobalence. La
plaza casi vacía, albergaría poco más de 2500 personas en los escaños, fieles a
ver las cualidades de la generación de relevo que vamos desarrollando en las
canteras de las pocas escuelas taurinas del país, como es el caso de esta o la
de Tovar, por mencionar algunas de las que nos quedan.
Abrió
plaza las flojas embestidas de «Rubiense» del hierro de Rancho Grande, donde el
espada a su cargo como fue Juan Gómez pudo hacerse por momentos intermitentes
sobre el pitón derecho, con viajes que ofreció el mencionado utrero, donde la
escases de fortaleza de remos condicionó labor. Ante él Gómez, pasó
desapercibido y atropellado, a pesar de la mínima sangría que en el caballo le
hicieron al morlaco. Voluntad y deseos de agradar, para finalmente despacharlo
de dos viajes con el acero, para ser silenciado.
Los
momentos más artísticos de la novillada vinieron a cargo del tachirense Antonio
Suarez, quien venía de una larga pausa en su carrera novilleril, por cuestiones
personales. Sabrosas fueron las verónicas para luego desgranarse con la muleta en
series por la mano diestra ralentizadas y templadas que desplegaron aroma de
toreo caro. Similares cotas se vieron por naturales en breves momentos, hasta
que confiado, el utrero hizo por el torero, volteándolo aparatosamente sin
consecuencias en los bajos de sombra. Una pena que dos pinchazos, tres cuartos
traseros y contrarios de ración toricida, y tres descabellos dejaran su labor
en sonoras palmas tras aviso.
Valor y
entrega la demostrada por Jonathan Ortega, ante un cornalón ejemplar de La
Consolación donde estuvo muy decoroso, si se quiere muy destacado para lo poco
que ha toreado en los últimos meses. No escatimó en mantener firmes los pies
sobre la arena, así como correr por momentos con gran eco en los tendidos los
engaños, hasta que una espeluznante voltereta, que incluso hizo temer que lo
hubiese calado por la ingle derecha, pasándoselo de pitón a pitón cuando le
toreaba por la mano diestra, desarticulo el discurso que estaba ofreciendo en
la arena, evidenciando los presentes el dramatismo y pundonor del mencionado
coleta. La mala fortuna de ponerse pesado con el acero, necesitando cuatro
viajes con el acero y otros más con el verduguillo, para recibir cerrada
ovación tras dos avisos cuando pasaba a la enfermería tras la paliza que se
había llevado momentos antes.
Uno de
los representantes de la afición taurina tovareña anunciado fue Reymer “El
Plata” Arellano, quien desde el capote supo conectar con el público, tras
saludo por verónicas jaleadas, para luego quitar por gaoneras y afarolados en
los medios, tras medido castigo en el caballo a cargo de Rene Quintaba tras
buen puyazo en lo alto. Banderilleó con eficacia en tres pares, iniciando luego
faena de muleta, sacando partido a las pocas entregadas embestidas del ejemplar
de El Prado, el cual había sido brindado a su ganadero, Hugo Alberto Molina.
Variedad y entrega la demostrada por el espigado coleta, quien a pesar de su
limitado rodaje no arrugó al importante compromiso que significaba, para
necesitar de pinchazo y estocada en lo alto para ver como el conclave presente
le solicitara con ferviente razón la oreja que el palco denegó, invitándole a
dar la vuelta al ruedo, que bien vale también como premio.
El
jovencito Rando Delgado tuvo enfrente a un eral de San Antonio el cual le dejo
ver destellos de su aún precoz e incipiente rodaje como novillero. El animalito
que torearía serviría en parte a resaltar lo que pudiera ser si se aplica
aquello de que el que va ser se asoma. Esperemos que sea así. El manejo de la
espada es una materia pendiente a corregir, saludando desde el tercio tras
aviso.
Cerró
tarde la actuación del tovareño Cleiderman “El Moro” Méndez, ante un serio
ejemplar, el cual nunca le dejaría estar a gusto, siempre marcado querencia a
tablas, lo que hizo de su trasteo denso y monótono en su estructura y
planteamiento por ambas manos. El astado le perdonaría errores técnicos de
colocación y terrenos hasta que le voltearía de fea manera en los bajos del
numerado de sol, sin males que lamentar, para despacharle tras un sainete con
el acero, siendo silenciado tras un aviso.
Culmina
así una edición ferial que deja muchos detalles a reflexión, que si no
colocamos en contexto, pudieran ser el principio del final de una era y época
para la que fue la gran feria taurina de Venezuela.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros Monumental de
Pueblo Nuevo. Domingo 28 de enero.. Novillada de la LIV Feria de San
Sebastián. Con poco más de 2500 personas en
plaza, en tarde soleada y ventosa, se han lidiado utreros de las ganaderías
venezolanas de RANCHO GRANDE (1º y 2º), LA CONSOLACIÓN (3º), EL PRADO (4º), SAN
ANTONIO (5º) y EL PALMAR DE LA SIERRA (6º), en su conjunto irregulares de
presencia, con escasas fuerzas 1º, 2º; con asperezas el 3º; noblote el 4º; con
tranco y nobleza el 5º y manso y aquerenciado e 6º.
Pesos: 370, 400, 390, 380, 350 y
395 kilos
JUAN GÓMEZ (Añil con pasamanería
en blanco), Silencio.
ANTONIO SUAREZ (Lila y azabache),
Palmas tras aviso.
JONATHAN ORTEGA (Grosella y oro),
Ovación tras dos avisos.
REYMER ARELLANO (Turquesa y
plata), Vuelta al ruedo tras petición.
RANDO ARELLANO (Negro y oro),
Saludos desde el tercio tras aviso.
CLEIDERMAN MÉNDEZ (Celeste y
azabache), Silencio tras aviso.
INCIDENCIAS: En la vara destacó Rene
Quintana, y en la brega excelente quite de Eduardo Graterol en el 5º.