¿Tienes
fuego?
En todas las respuestas de este hombre palpita una
sabiduría impropia de su edad, 42 años. Pero cuando tu trabajo consiste en
bailar lentísimo con una bestia que en una décima de segundo te puede arrancar
la vida, cada año cumplido equivale a diez. Figura capital de la tauromaquia
moderna y el matador francés más importante de todos los tiempos, lo adornan
seis puertas grandes en Las Ventas, en el Olimpo. Concibe su profesión como un
arte, y eso, arte químicamente puro, es lo que ha derramado como sangre en su
cuarto de siglo de trayectoria.
Está considerado el torero francés más grande de
todos los tiempos. Ha acercado la fiesta taurina a su país.
Creo que la afición de cada país siempre desea un
torero. Yo tuve la suerte de llegar en una época que una serie de toreros
anteriores, como Christian Montcouquiol, “Nimeño”, comenzó a construir. Hice mi
camino y empezaron a seguirme. Cuando el público francés tiene un torero hace
que la fiesta crezca, y en estos 25 años ha crecido mucho. Hoy no solo hay
muchos chavales en Francia que quieren ser toreros, sino que existe una afición
joven que llena las plazas. Y eso es muy bonito.
¿Cuando era niño qué matador de toros lo dejó sin
aliento y le iluminó el camino de la tauromaquia?
“¿La gloria a un paso de la muerte? Creo que lo importante
es conseguirla en vida”
Siento que mi torero fue José Miguel Arroyo,
Joselito. Por su seriedad, misticismo, por su forma de torear erguido, derecho,
con mucha clase. Luego, a medida que fui conociendo e indagando, descubrí a
Manolete y a José Tomás. Porque esa es la línea que me gusta: la de torear
derecho, con calma. El baile del toreo. Para mí, torear es un baile, una danza
con el toro, es armonía.
Es de esos toreros que se acercan al toro hasta casi
rozarlo. ¿La gloria está a un centímetro de la muerte?
No es que yo me acerque, es que intento quedarme quieto
y es el toro el que pasa cerca. Es diferente buscar el acercamiento a quedarse
quieto. ¿La gloria a un paso de la muerte? Bueno, la eternidad, diría yo. Creo
que lo importante de la gloria es conseguirla en vida.
¿Entiende otro modo de torear
distinto al que usted práctica, el del valor a pesar del miedo?
No, y no es una contradicción con lo que te he
dicho antes. El toreo, no lo olvidemos, es emoción. El toro llega a la plaza
para combatir y para entregar su vida con las máximas virtudes y defectos, y el
torero tiene que salir a la arena igual. No estoy aquí para morir, pero sí para
entregar mi vida y conseguir salir vivo de la plaza emocionándome y emocionando
a todo el mundo.
A principios de esta década se
retiró por un tiempo. Perdió la ilusión, dijo. ¿Cómo la recuperó?
Porque nací torero y moriré torero. Salí de mi casa
con 14 años y hasta el año que me retiré no tuve vida; un tiempo para estar
relajado y no pensar en otra cosa que no fuera el toro. ¿Cómo recuperé la
ilusión? Cuando me retiré, hubo un momento en el que necesité volver a tener
contacto con los animales. Porque son tan apasionantes, tan grandes, que uno
aprende cada día de ellos.
En 2010 indultó al toro
«Guadalupano». ¿Ahí se podría decir que el toro hizo una gran faena?
Hombre. El toro mostró todas sus cualidades para
vivir. Para ser padre, el progenitor de la ganadería.
¿Guarda un vínculo emocional con
ese toro?
Con ese toro y con todos los que indulté. Con los
toros indultados se crean vínculos especiales, sí, porque te han dado la
oportunidad de expresarte como torero. Y si eres capaz de sacarles lo mejor,
los indultas y les devuelves la vida.
De lo que dice se desprende que
hay toros que merecen morir y otros no.
El toro bravo está hecho para eso. Es un toro de
combate y tiene sus cualidades y sus defectos. Y el toro bravo que tiene clase
y todas las cualidades adecuadas para ser un progenitor de ganadería, merece
vivir. Y el que no, pues no. Porque es un animal que criamos y hay muchísimos.
Esta sección lleva por título “¿Tienes
fuego?”. ¿Usted lo tiene?
Por supuesto. Claro, hombre. Claro, claro, claro.
Yo soy fuego, ja, ja, ja. A veces la llama está bajita y otras con una candela
grandísima. Pero uno nunca puede dejarse apagar ni dejar de ser fuego.
/// Javier Menéndez Flores / La Razón (Nacional) / Tienes fuego?
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