miércoles, mayo 07, 2025

TOROS EN EL VATICANO

 

El Papa valenciano Alejandro VI, gran aficionado a los toros, retratado por Cristofano dell'Altissimo.

 

En febrero del año 1492 hubo corridas de toros en El Vaticano. El 2 de enero de ese mismo año se produjo la toma de Granada y la rendición de los moros.

El Romano Pontífice era Inocencio VIII que celebró a lo grande este acontecimiento, hasta el punto de celebrar tanto en la Plaza de San Pedro como en la Plaza Navona dos corridas de toros. Una el día 1 de febrero y otra el día 5 del mismo mes.

Pudiera ser el mismo Alejandro banderilleando en un festejo taurino celebrado en el Vaticano. Ilustración de Vicente Arnás, grabador madrileño nacido en 1949.


El antecesor de Inocencio VII fue Calixto III.

El sucesor de Inocencio VII fue Alejandro VI.

Ambos, sucesor y antecesor, eran de la familia española de los Borja, que cuando italianizaron el nombre fueron conocidos como Los Borgia. Eran de la localidad valenciana de Játiva.

El escudo familiar de los Borgia tiene un toro que simbolizaba al dios egipcio Apis. Para los egipcios el toro era considerado una bestia de espíritu superior, la representación más pura de la virilidad y la fertilidad. Los Borgia lo tenían en su escudo porque pensaban que en el residían fuerza y violencia, constancia y nobleza.

Alfonso Borja, que tomo el nombre de Calixto III celebró también una corrida de toros en el Vaticano con motivo de la canonización de su paisano San Vicente Ferrer en el año 1455.

Rodrigo Borja o Borgia tomo el nombre de Alejandro VI y durante su pontificado que fue de 1492 a 1503 se celebraron varias corridas de toros en El Vaticano. Incluso se dice que el Papa banderilleaba a los astados como muestra el grabado que ilustra el artículo.

Fue un Papa de vida disoluta. Al parecer de su relación con Vannozza Catanei nacieron varios hijos, entre otros César y Lucrecia. César fue nombrado por su padre Obispo de Pamplona a los 16 años y dicen que en él se inspiró Maquiavelo para escribir “El Príncipe”.

Lucrecia fue acusada de mantener relaciones incestuosas con su propio padre e incluso con se hermano César. Pero esa es la polémica historia de los Borgia y debemos hablar de toros.

Cuentan las crónicas que en una de esas corridas murieron dos hombres. Pero quien destacaba como lidiador era César, el hijo del Papa.

La corrida más célebre y de la que más se ha escrito es la celebrada el 24 de junio de 1500 detrás de la Basílica de San Pedro.

Algunas crónicas dicen que “se enfrentó a pie con un trapo y una espada corta a cinco toros, llegando a separar la cabeza de uno de un solo golpe”.

Mario Puzo en una nóvela recoge lo siguiente:

“El hijo del Papa entró en el recinto montado en un majestuoso corcel blanco y, con una lanza como única arma, se enfrentó a los toros uno a uno. Los cinco primeros no tardaron en morir atravesados por la lanza de César. El sexto toro era un poderoso animal del color del ébano, más rápido y musculoso que los cinco anteriores. César cambió la lanza por una poderosa espada de doble filo y, reuniendo todas sus fuerzas, separó la cabeza astada del cuerpo del toro de un solo golpe”.

León X, sucesor de Alejandro VI también celebró toros en la antigua Plaza de San Pedro. Recordemos que la actual fue construida con posterioridad. Este Papa incluso llegó a costear los trajes de los toreros. Esta corrida tuvo lugar el lunes de carnaval de 1519.

Pablo III, el Papa que convocó el Concilio de Trento , celebró otra corrida de toros para celebrar la boda de Octavio Farnese con Margarita de Parma, hija natural de Carlos V.

La relación del Vaticano con los toros da un giro radical cuando llega al Pontificado el Papa San Pio V.

Como curiosidad, el día que fue elegido le invitaron a ponerse las vestiduras de color morado que hasta entonces habían caracterizado a los Pontífices, pero él dijo que no se quería quitar el hábito blanco de los dominicos, y este es el motivo por el que desde entonces los Papas visten de blanco.

El 1 de noviembre de 1567 publicó la Bula “De Salute Gregis Dominici” en la que prohibía la celebración de corridas de toros y decretaba la pena de excomunión a quien participase en corridas de toros. Además, negaba la sepultura eclesiástica a quien muriera por participar en corridas de toros.

Desde ese momento se produce un parón de las corridas de toros en Italia, aunque algunas se van celebrando.

En el siglo pasado , el 11 de mayo de 1923 se celebra una corrida de toros en el Estadio Olímpico de Roma. El diestro Francisco López “Parejito” lidió la corrida a la que asistieron 20.000 personas. Mussolini y varios ministros también asistieron y el diestro regaló su espada a Mussolini.

Tan impresionado quedó Mussolini que el año siguiente organizó una corrida para recaudar fondos. En esta ocasión fueron dos toreros de Eibar y Albacete los lidiadores. Pedro Basauri “Pedrucho de Eibar” y Rafeal Rubio “Rodalito”. Los toros eran de Albaserrada.

A esa corrida llegaron a asistir 50.000 personas.

Además de en El Vaticano y Roma se celebraron corridas en Nápoles y Venecia.


/// El Pespunte. Manolo Fernández Leal 

 

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