Por. Hazael Molina
Ha muerto el Castoreño, la noticia llegó entrando la tarde, traía el aroma de las flores del mocoties y la tristeza de los taurinos de la Tovar cumpleañera.
Castoreño viajo envuelto por sus versos y prosa de fina pluma cuando de toros había que dejar huella.
Lo conocí en las tertulias de la esquina caliente de años idos, fortalecimos la amistad en programas radiales, compartimos espacio en callejones y transmisiones radiales.
Su narrativa taurina era una poesía y sus crónicas desnudaban lo bueno y lo carismático del mundo del toro.
Se marcho por un tiempo fuera de Mérida y de su patria, para luego aquerenciarse en la sultana del mocoties donde a pesar del apoyo de sus amigos incondicionales, su estado de salud lo llevó a las tablas del redondel de la vida, donde el fantasma que sigila y espanta la torería lo sorprendió sin poder taparse en burladero alguno y ahí de hinojos frente a la puerta de los sustos entrego su alma al creador.
Hoy viaja con clarines y timbales al más allá....
Nos queda su poesía, su crónica y pasión por la tauromaquia.
Me sorprende su partida, lo extrañaremos 🙏🏽
ResponderEliminarDescansa en paz, Cacha como te llamábamos, gran amigo desde la niñez, que tristeza. Que el reino de los cielos te reciba con un OLE
ResponderEliminarDescansa en paz mi gran amigo el cabezón Dios te reciba con los brazos abiertos paz a tus restos
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