Por:
Paco Carmona
Morante en Ronda (Detalle de Fotografía de Andrés Lorrio del libro Morante de la Puebla. Tratado de Armonía).
Larazonincorporea.De Morante se ha hablado mucho y muy bien.
Sería una obscenidad hablar mal de quién conoce el toreo de arriba abajo, de
quien es santo y seña para todo aquel que se precie de gustarle lo bueno.
Se habla de Morante como si fuera tal cosa,
pero sobretodo se habla de aquello que a mí ni me va ni me viene.
Tengo que reconocer que de Morante, como se
dice del cochino, me gustan hasta sus andares pero le encuentro un especial
sabor a aquellas partes del mismo que no son tan valoradas o llamativas para la
mayoría.
A decir verdad, me gusta de Morante, aún más,
lo que no se ve, aquello que no entra por los ojos a primera vista, que aquello
que estamos acostumbrados a paladear.
Me preocupa poco su atrezo, su accesorio, su
puesta en escena, su coleta natural, su puro, sus sombreros, sus patillas, sus
manías e incluso sus autobuses... y me interesa sobremanera su verdad, su
capacidad, su técnica, su valor, su conocimiento, su historia, su evolución, su
ambición, su talento, su genial adaptación y su increíble torería.
De Morante me preocupa poco su atrezo, su accesorio, su
puesta en escena, su coleta natural, su puro, sus sombreros, sus patillas, sus
manías e incluso sus autobuses…
…De Morante me interesan sobremanera su verdad, su
capacidad, su técnica, su valor, su conocimiento, su historia, su evolución, su
ambición, su talento, su genial adaptación y su increíble torería.
En Morante conviven, y de la mejor manera,
todos los clásicos antiguos y el artista más actual que pueda existir.
Conversan el martinete y la balería, la seguiriya y la rumba.
Estudioso del toreo y virtuoso como nadie, ha
sabido hacerle al toro todo aquello que soñaba siendo un niño, con todas las
referencias del pasado pero de un modo muy presente.
Que a Morante lo parieron torero lo saben
hasta los gallos de su finca, pero no por eso este torero ha dejado de
castigarse ni rebuscarse.
Dicen que sarna con gusto no pica. Morante ha
adquirido un compromiso con la Historia del que no estoy seguro que los
aficionados sepamos estar a la altura de lo ocurrido hasta ahora. Siempre tuvo
referencias claras de la Escuela sevillana y un cierto sabor a marisma, supo
combinar el oficio y la gracia, pero aquello se quedaba un poquito corto, un
poco superficial.
Era un torero que sabía torear pero no hacía
el cante, un torero de buenas maneras pero sin amar. Un artista de río cuando
podía conquistar la mar.
Y mira si lo hizo...
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