Pepe Alameda. Conocimiento real del toreo teórico y práctico
Toreo natural y cambiado.
La razon incorporia Después de muchas vueltas y de repasar más de un tratado de historia de la Tauromaquia, creo que quien más se ha aproximado a entender el nudo gordiano de la Fiesta ha sido Pepe Alameda.
Alameda propone una lectura desenfadada y no dogmática de la historia del toreo, mediante la contraposición de dos conceptos distintos, que denomina toreo natural y toreo cambiado. Y que, en su día, comentábamos en este blog al hilo del análisis técnico del toreo de Juan Belmonte.
Según él, cada torero se podría encuadrar en una de estos dos líneas y a partir de ahí se podría “entender” cabalmente toda la historia del toreo, mucho mejor que como hasta ahora se había entendido.
Pepe Alameda con Juan Belmonte, en 1935, en un tentadero en la ganadería de Lamamié de Clairac. Su conocimiento del toreo era real y no inventado, lo que lo diferencia de otros críticos.
Creo que analizar el toreo por contraposición de dos ideas opuestas (lo que hace entrar en liza el concepto de “competencia”) es un acierto y un hallazgo.
Sin embargo la antítesis que propone Alameda entre toreo natural y cambiado explica bien ciertas cosas (como es la evolución de los aspectos técnicos del toreo. Por ejemplo, la relación de Joselito con Chicuelo y con el toreo de Manolete) pero no lo explica todo (la relación de Manolete con Belmonte, por poner otro ejemplo)
(Como tampoco lo explicaba todo el viejo concepto ya caduco de las escuelas: rondeña y sevillana, pero que tuvo su validez en su momento)
El Hilo del Toreo (Colección la Tauromaquia, nº 23. Madrid, Espasa Calpe, 1989). Un gran libro de toros y obra clave como resumen de las ideas de su autor, José ó Pepe Alameda (pseudónimo de Carlos Fernández López-Valdemoro). La portada es un grabado de la Lidia, que se titula “Haciendo hilo”, muy adecuado al contenido del libro.
Dos conceptos del toreo
Para mí, la clave que permite explicar las relaciones de fondo de unos diestros con otros no son sus planteamientos técnicos ni los formales, sino su forma de enfrentarse a los toros.
Habría por tanto, dos tipos de toreros a la hora de plantear el enfrentamiento con el toro y que responden a dos conceptos básicos del toreo.
El primer tipo lo compondrían aquellos toreros cuyo concepto y manera de entender las cosas pasaría o exigiría intentar imponer su toreo al toro, a todos los toros. El segundo planteamiento estaría compuesta por los toreros que consideran imprescindible adaptar su toreo a las condiciones del toro.
Joselito el Gallo recorta en 1916 a un toro en “el patio de su casa” (la Monumental de Sevilla). Ha sido el torero que mejor ha representado el concepto de “conocimiento de las reses”, pero sin olvido del dominio de las suertes (su repertorio ha sido uno de los más amplios de la historia del toreo), Su interés y preocupación estaban sobre todo en el toro. Todo su toreo se encaminaba a poderle a los toros. A todos los toros.
La terminología del siglo XIX. Conocimiento de las reses y conocimiento de las suertes
En el XIX, ya se hacía esta distinción diferenciando si en los diestros preponderaba el conocimiento de las suertes (imponer su toreo al toro) o el conocimiento de las reses (donde la suertes se adaptan a las condiciones de los toros).
Los toreros que dan la mayor importancia al conocimiento de las suertes (herederos de Pedro Romero), no admiten recursos ni tranquillos y pretenden la ejecución de aquellas en toda su pureza. A los de la cuerda contraria –conocimiento de las reses- no les importa adaptar el toreo –improvisando, si es necesario- a las cambiantes condiciones de estas.
Lo contaba Gregoria Corrochano al hilo de la polémica entre partidarios del Chiclanero y los de Cúchares. Lo leemos:
La competencia de Cúchares y el Chiclanero contada por Gregorio Corrochano (¿Que es torear?-Introducción a la Tauromaquia de Joselito. Revista de Occidente, Madrid, 1ª ed., 1953)
Sin embargo, la polémica (la competencia) venía ya de antes. De los tiempos de Pedro Romero y Pepe-Hillo. Y siguió después con Lagartijo y Frascuelo y con Joselito y Belmonte, como muy bien apuntaba don Gregorio.
Pepe-Hillo, Cúchares, Lagartijo, Guerrita, Joselito y Luís Miguel Dominguín son toreros para los que lo importante sería el conocimiento de las reses y, por tanto, la capacidad de adaptar las suertes del toreo a las condiciones del toro. En su toreo predominan la inventiva, el recurso y la lidia.
Francisco Arjona “Cúchares” (Lámina de la Lidia). Variedad, repertorio e inventiva.
Por el contrario, Pedro Romero, Chiclanero, Frascuelo, Belmonte y Manolete son toreros donde lo importante es la forma de realizar las suertes, el conocimiento de las suertes, con independencia u olvido de las condiciones concretas de cada toro. En su toreo predomina la pureza en la ejecución de las suertes.
Sobre este segundo concepto del toreo, es muy conocida la anécdota del primer tentadero que hacen juntos José y Juan. Aquel novillero famoso y este torerillo en agraz. Y donde Belmonte era cogido repetidamente por una vaquilla al desatender los consejos de Joselito de como debía torear. Al final, Juan consiguió su propósito, le dio el pase a la vaca y le dijo a José que él ya sabía que la vaca así lo iba a coger, pero que la gracia estaba en torearla como él quería. Definitivo.
Primer encuentro oficial de José y Juan. Seminario Mundo Gráfico de diciembre del año 12. Ya se conocían de antes.
El toreo de hoy. Preponderancia del conocimiento de las suertes
Hoy día ya no existen esos viejos aficionados de la Meseta de toriles o del Tendido 5 de la plaza vieja de Madrid y se impone y predomina el toreo basado en el conocimiento de las suertes, llegando en la ejecución de éstas a niveles muy importantes y depurados. José Tomás es el mejor ejemplo, como en su día lo fueron Belmonte o Manolete, cuya herencia sigue viva.
Esta muy bien y es el signo de los tiempos, pero es una lástima que por ese nivel de perfección técnica en la ejecución de las suertes al que se ha llegado hoy o por otras razones de mayor o menor calado, tengamos olvidado y desprestigiado (incluso entre los aficionados más exigentes) el otro tipo de torero, aquel que propone la primacía del “conocimiento de las reses” y cuyo máximo representante fue Joselito el Gallo.
Así que, cuando surja un torero de esa cuerda (que no abundan hoy) debemos reconocerlo, señalarlo y cuidarlo como bien escaso que es. Va en ello, mantener o perder media historia del toreo: La de la otra cuerda. Que no se puede borrar de un plumazo.
Joselito el Gallo de becerrista. Casi todos los toreros de su cuerda anteriores y posteriores (Cúchares en el XIX, Dominguín en los 50 del siglo pasado o Juli hoy día) han sido toreros precoces. Lo que tiene su lógica ya que la intuición para entender los toros no es don que se adquiera. Se tiene o no se tiene al nacer.
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