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jueves, marzo 03, 2011

Al cortar dos orejas, Jesús Enrique Colombo abre la puerta grande



Freddy Ramírez “Garapuyo” Tarde como para evocar poetas, como aquel de Pablo Neruda sobre la lluvia y que empieza…/bruscamente la tarde se ha aclarado/… Pero no!... la tarde nunca aclaró, las tenues gotas la opacaron…/cae la lluvia minuciosa/…con ella la tarde languideció…/La lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado/…eso es lo quisiéramos, para no decir como reza el poema: /Esta lluvia que siega los cristales/…tarde de ilusiones, sueños, nervios crispados de padres ansiosos. Un público de congelado bostezo y seis ilusiones.

Pero es que la lluvia continua… recordamos a Franco De Vita… /lluvia, lluvia…si esta vez me toca a mí yo lo quisiera saber. Así dura bastante tiempo, cae sobre mi ciudad. Nadie la puede frenar, ella sola parará, unos la bendecirán, a otros les dará igual. Pero algunos les hará daño, mucho daño, les hará/…

Todos miran al cielo como aquel que implora, nervios muchos nervios, plantas mojadas, sudor confundido con las gotas de lluvia…apuntes empapados y lentes empañados, trajes de lentejuelas y bordados en Oro que no brillaron, banderillas de vivos colores que clavadas en lomos mojados, parecían chispas de rayos. Auxiliares, subalternos de capotes pesados frenados ante la majestuosidad e imponencia del toro bravo.

Reses bravas que no encontraron muleta suave que les enseñara el sendero del buen torear, otros en cambio siguieron ese engaño llamado muleta, apareciendo aquello que llaman temple… y sobre aquel barro, los jóvenes valores de la novilleria nuestra y el invitado del Ecuador, fraguaron una tarde para el recuerdo, que ganas y que pundonor de los seis muchachos que ayer en la primera tarde del Carnaval Taurino de América se juraron el tipo, ante seis novillos de diferentes ganaderías, no me atrevo a calificar a cada uno, todos unos mas que otros dieron la opción del triunfo.

Abrió la mojada tarde el novillero de Mérida Jonatan Guillen, quien se topo con un novillo de la Cruz de Hierro, de dulces y continuas embestidas que el joven valor las aprovecho para realizar una labor limitada, su faena fue corta, le mato bien para cortar una oreja.

El segundo de era de la Ganadería Santa Fe, aprovechado al máximo por el novillero de Valencia Manolo Muñoz. Faena ganosa y vibrante resaltando los ajustados derechazos, le mato de mala manera perdiendo la opción de cortar las orejas.

El Ecuatoriano José Luis Cobo, que ya conocía este ruedo, le toco en mala suerte el novillo menos potable, perteneciente al joven hierro de la Consolación, voluntas solo eso, el marrajo no se dejo, su labor fue silenciada por el respetable.

El cuarto de la tarde fue el de mas peso y presencia, novillo de pelo jabonero de la ganadería San José de Bolívar, que no fue comprendido a plenitud por el novillero de Tovar Tomas Martines, Silencio.

El joven medico Miguel Suárez, que incursiona en este difícil arte derrocho voluntad ante el complicado novillo de Rancho Grande, ganas y deseos, perdió oreja al fallar en la última suerte palmas.

LA fría tarde tomó calor y color cuando salio el novillo de cierre, de la Ganadería Rancho Grande, el cual cayo en las manos de Jesús Enrique Colombo, quien realizo una vibrante y larga faena, rubricada con fulminante cuarto de acero que basto para que el soberano pidiera las dos orejas, que fueron concedidas por el debutante en el palco de la presidencia Omar Quintero. Al final en medio de la penumbra el joven valor del Táchira abandonaba la plaza a hombros por la `puerta grande de la Román Eduardo Sandia
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