Torero madrileño, se retiró después de abrir cinco
veces la Puerta Grande de Las Ventas, tres su experienca al lado del apoderado
Julián Guerra. Trabaja, ha rehecho su vida y se casa el 7 de junio.
Es la primera vez que habla:
Pregunta.
¿Qué es un treintañero retirado del toreo? Respuesta. Me sentía desubicado.
Pasé dos meses raros de vacaciones. Me aficioné al golf. Cuando analicé la
situación me di cuenta de que me juntaba con señores de 70, con quienes
coincidía en el club entre semana. Gracias a mis amigos me reencaucé y empecé a
generar ingresos. Me dedico a asuntos inmobiliarios. Trabajo con el ganadero
Antonio Palla. Con otros amigos fundé un fondo inmobiliario. Ahora me siento
útil.
P. ¿Por
qué no disfrutó de las tres Puertas Grandes consecutivas?
R. Tenía
un choque emocional muy fuerte. Llegaban los triunfos y no era dueño de mi situación.
No tomé ninguna decisión en mi carrera. En mi interior intuía que había cosas
mal, pero me entregué. Te pongo un ejemplo: ¿qué pintaba, en 2016, toreando
seis toros en Salamanca, sin haber debutado en Salamanca o ser de Salamanca? No
supe imponerme. Se fueron acumulando muchas decisiones así. En Bilbao, el día
del mano a mano con José Garrido, era ajeno a todo [la gente le echó en cara
vetar a Javier Jiménez, que acababa de abrir la Puerta Grande de Madrid].
Cuando hacemos el paseíllo hay una pitada tremenda que no entiendo. Pensaba que
era compartida. Pero cuando salgo con el capote, empiezo a escuchar insultos y
comentarios. Entro en la enfermería con un ataque de ansiedad. Llega esta
persona [Julián Guerra, su apoderado entonces]. Llorando me dice que somos un
equipo, que me quiere mucho y que vamos a salir adelante. Cuando sale le
escucho decir: «Me cago en la puta de oros. La mierda del ataque de ansiedad
nos vas a costar un millón de euros». Pues todo eso pasa factura. Que te traten
así es muy jodido.
P. ¿Por
qué no se le puede decir 'no' a Julián Guerra?
R. Hay
personas con las que no se puede hablar como adultos. Pasan a otro nivel. Por
no discutir, te callas. Amigos que están en la profesión me cuentan que no ha
cambiado. Generaba dependencia. Cuando cortas dos orejas te dice que el triunfo
llega por hacer lo que te manda. Si haces lo mismo y no triunfas, te decía que
era por no hacerle caso. En mis momentos más señalados ha estado ahí. Lo
opacaba todo. Me gustaría haber sacado más rendimiento a mi carrera. Hace poco
recordaba con Juli cuando me felicitó por mis primeros triunfos. Julián Guerra
vaticinó que acabaría invitándome a su casa y decía que no debía ir porque me
iba a comer la cabeza. Al final, El Juli me llamó y no fui. El otro día me dijo
que entonces solo quería conocerme. Me habría encantado equivocarme por mí
mismo.
P. ¿Qué
aconsejaría a Borja Jiménez [apoderado por Julián Guerra]?
R. No soy
nadie para darle un consejo. Le admiro como torero y como persona. Aunque le
diría que tomara sus propias decisiones. Así, aunque te equivoques, nunca te
equivocas. Es una situación extraña. Le doy más mérito a lo que hace por quien
tiene al lado. Yo soy muy transparente y se me notaba mucho.
P. ¿Qué
no supo contar la crítica taurina de aquella hazaña?
R. Quizá
no fue contundente el triunfo si había críticas. Buscar excusas es de
egocéntricos. Una vez cometí el error de intentar enfrentarme a un compañero
tuyo. ¿Quedarme a gusto me sirvió de algo o me perjudicó? No sirvió para nada.
P. ¿Qué
compró a sus padres con el primer dinero que ganó?
R. Tuve
el gusto de comprarle un coche porque hacían muchos kilómetros siguiéndome. No
me sentía bien yendo en un Q7 y ellos de cualquier manera. Y mi hermano quiso
hacer un curso de cine. Le pagué el curso en la mejor escuela.
P. ¿Es
aficionado a los toros?
R. Sí.
Más que antes. Ahora me doy cuenta de muchas cosas. De los viajes y las horas
al lado del maestro Curro Vázquez, por ejemplo. Durante
«Ahora
tengo más afición a los toros. Curro Vázquez me ayudó mucho»
«Le doy
más mérito a Borja Jiménez por ir con Julián Guerra»
una época
no asimilé nada. Estaba muy condicionado. El maestro me decía que menos era
más, que me olvidara de la cantidad. Y ahora me doy cuenta de que llevaba
razón.
P. ¿Sufre
celos de no estar anunciado en San Isidro?
R. A
veces tengo un punto de nostalgia, pero también sé de la exigencia y mi mente
no está para hacer ese esfuerzo y soy consecuente. A lo mejor en dos años el
cuerpo me pide meterme en el convento a funcionar otra vez.
P. ¿Cuál
es el truco para rendir Las Ventas?
R. En
Madrid pasa a segundo o tercer plano la técnica. También conocer al toro. Debes
ser feliz al asumir la posibilidad de la muerte, de no volver. Es el día.
Piensas ‘se acaba todo hoy’ y te da igual. Y eso lo capta el aficionado y el
público general. A mí se me alinearon los astros cinco veces. Madrid es
impresionante.
P. ¿Cuál
es su insulto favorito?
R.
Depende del momento. No soy mucho de insultar. Antes tenía el ‘julay’ todo el
día en la boca. Desde la escuela taurina de Madrid.
P. ¿Cuál
es su chiste negro favorito? R. Soy el típico que en una comida escucha un
chiste corto y fácil de contar y no me acuerdo. Tengo muchos stickers
prohibidos. Y alguna broma sobre el Gobierno.
El Mundo Madrid / Matador de toros Juan Diego Madueño
Matador de toros Juan Diego Madueño
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