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lunes, diciembre 06, 2010

Dos orejas y rabo para Ponce en Quito


Jorge García. www.elcossio.com Con el aficionado que llenó los dos tercios de la cincuentenaria Plaza de Quito, se lidiaron astados de Huagrahuasi y Triana, de buena presentación pero con juego desigual. El primero, segundo y sexto astados, fueron buenos para los de a pie y, salvo el segundo, llegaron muy bien a la pelea con los de a caballo. Los restantes bureles fueron a las cabalgaduras pero, tuvieron mucho peligro.

Enrique Ponce, dos orejas y rabo y cerrada ovación

Morante de la Puebla, pitos y bronca con sonora silbatina

Curro Rodríguez, ovación y palmas

En su calidad de toricantano, Curro Rodríguez abrió la segunda corrida del abono, lidiando a una bonito ejemplar de la ganadería de Huagrahuasi, con el nombre de Cochambroso, de 450 kilos sobre sus lomos y, signado con el número 114. Con el capote se esmeró en ejecutar unas bonitas verónicas, que fueron jaleadas por la parroquia. El astado recibió una buena vara del hombre del castoreño y, remató el tercio, con un quite por chicuelinas, aplaudido por el público. El segundo tercio lo cubrió en buena forma el propio matador y, como se acostumbra en el país, lo hizo bajo los acordes de música ecuatoriana, por ser torero de la tierra, entonada por la banda del I. Municipio capitalino. El toro parecía que iba a servir para redondear la faena del nuevo matador de toros pero, cosas que ocurren en este mundo tan especial, al comenzar la faena de muleta, se lució con la mano derecha y, pudo mirar un futuro exitoso, cuando el astado sufrió la rotura de la pezuña izquierda y, a pocos minutos, la pezuña derecha. Mató al astado y, el público premió al diestro con una ovación y, con fuertes aplausos al toro en el arrastre.

También fue Huagrahuasi su segundo toro, de 490 kilos de peso. Se lució también con las verónicas iniciales y, al llevar hacia la cabalgadura del picador con chicuelinas al paso. Una fuerte ovación se desprendió de los tendidos. El astado recibió una buena vara y, continuó empujando, metiendo los riñones. Remató el primer tercio con tres largos y acompasados delantales. El segundo tercio, lo compartió con su hermano “El Ville” que fue su colocado. El respetable premió con fuerte ovación. El grito de aliento al compatriota de “Ecuador, Ecuador” se dejó escuchar en el ambiente. El público que ya vive las fiestas de su ciudad capital, no esperó los acordes de la banda y, se puso a corear el “Lindo Quito de mi vida”. Poco pudo hacer con la muleta, debido a que nunca le entendió y no le dio la distancia que requería el animal. Trapazos sueltos, uno que otro derechazo sin ligazón y, al final, casi nada. Su insistencia, le permitió una pequeña tanda de derechazos templados, levantando la ovación del respetable. Se pudo ver que en todo momento, el toro estuvo muy por encima del torero. Una estocada entera y trasera y, dos descabellos pasaportaron al animal. Palmas para el torero y palmas para el astado en el arrastre.

El primer toro para Enrique Ponce, fue de la ganadería de Triana, de nombre Gitano, que parecía todavía muy joven. Con el capote, ejecutó verónicas lentas y mandonas, haciendo reaccionar al aficionado que jaleó sonoramente la actuación del valenciano. Recibió una vara a medias. Se cumplió con el segundo tercio sin problemas. Y, con la muleta, llevó al astado a los medios en gran forma. Inició la faena con la mano izquierda, con naturales lentos y mandones, demostrando su gran poder. En medio de un hermoso pasodoble, continuó la faena muleteril, con la misma mano, en medio de ovaciones del aficionado presente. Una tanda de derechazos a media altura, puso de pie al respetable, que vivía gratos momentos con lo que estaba viendo. Un animal que pasaba las veces que su matador le disponía, siempre con fijeza y humillando. El joven astado parecía una carretilla pues, iba donde el diestro deseaba. Cada pase con la muleta, generaba el ole permanente y, la fiesta estaba en todo su apogeo. Siguió luego con nuevos y maravillosos naturales, convirtiendo al coso en un manicomio. Toreó también con su propio estilo, en redondo pero bajando el cuerpo casi al suelo, mientras contorsiona las piernas a la altura de las rodillas. Nuevamente la ovación sonaba en los tendidos, mientras continuaba la música en el ambiente. El público pedía el indulto insistentemente pero, con buen criterio, ya que el astado no estuvo bien con el del castoreño, le obligó a matar. Una entera un tanto trasera, terminó con la vida de este hermoso animal. Yo creí que las dos orejas y la vuelta al ruedo al toro eran el premio justo pero, la autoridad concedió también el rabo del burel. Con los premios, dio la vuelta al ruedo en medio de grandes ovaciones. El toro recibió también su vuelta y grandes aplausos. Al término de la corrida, salió en hombros por la puerta grande.

Un toro de Huagrahuasi, le correspondió en segundo lugar. Tenía una cabeza grande con la cuerna hacia arriba y, se lo veía sin problemas, moviéndose con sus 470 kilos de peso. Nuevamente se lució con el capote, en lentas y dibujadas verónicas en los medios, generando la cerrada ovación del público. Una buena vara, empujando y metiendo los riñones el astado. Con dos pares de rehiletes de Milton Calahorrano “El Diablo”, se cubrió el segundo tercio de la lidia. Puso de pie al respetable, con derechazos largos, lentos, mandones y templados, generando el jaleo de los aficionados. Varias tandas de diferente corte, siempre jaleadas por los asistentes. Varios pases elegantes y muy toreros, levantaron nuevamente al público. El poder de su muleta con las dos manos, levantaron al aficionado de sus asientos. Un pinchazo soltando y un pinchazo hondo sin soltar, terminaron con la vida del astado. Una sonora y cerrada ovación desde el tercio, recibió el valenciano en esta tarde. Pitos al astado en el arrastre.

A Morante de la Puebla, le correspondió un astado de Triana con 519 kilos en sus lomos y una cabeza respetable. Hermosas verónicas, rematadas por una media, levantaron la ovación del público. Una vara regular y, un hermoso quite por verónicas con pintureros remates. Se cumplió con el segundo tercio. Con la muleta nada pudo hacer. El burel demostraba mucho peligro y, se vencía por los dos pitones. El toro se quedó y, comienza a embestir calamochando. Un pinchazo hondo sin soltar, en medio de fuertes pifias del respetable. Una media mal colocada pero, al final dobló la res. Pitos para el torero y, en igual forma, para el toro en el arrastre.

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